miércoles, 29 de diciembre de 2010

“Wisqui doble y otros relatos verticales”

Exposición conjunta de Nono Granero y Luis Foronda.

Nono Granero y Luis Foronda inauguran este jueves, día 30 de Diciembre, en el Pub “La Beltraneja” de Ubeda, la exposición conjunta titulada “Wisqui doble y otros relatos verticales”: Una selección de once cuentos breves escritos por Luis Foronda e ilustrados por Nono Granero que de esta manera enseñan al público parte del trabajo conjunto que llevan realizando desde hace algunos años para el programa “La Librería” de Radio Ubeda.

Luis Foronda y Nono Granero, conocidos en los ámbitos literarios y artísticos de la ciudad, están convencidos de que un pub puede ser el lugar perfecto para mirar un cuadro o para leer una historia y de que la cultura tiene que salir de los lugares habituales y moverse por terrenos diferentes. Son once historias que abordan las pasiones humanas, (el amor y la muerte, el sexo y el arte, la soledad y la imbecilidad), escritos y dibujados con un punto de ternura, dos puntos de ironía y tres puntos suspensivos.

La exposición podrá verse (y leerse) durante las próximas semanas en el Pub La Beltraneja de Ubeda.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Teoría de los vasos comunicantes.

La mañana gris traía necesidad de contacto. Tú tenías rubor en las mejillas, un punto de brillo rojizo y un paño de humedad secreta a lo largo de tu cuello. Mirabas fijamente a la pizarra, ensimismada, como atendiendo a las explicaciones del maestro: "Cuando se ponen en comunicación dos depósitos que contienen un mismo líquido que, en principio están colocados a distinta altura, el nivel de uno de los depósitos baja y sube el del otro, hasta que ambos se igualan". Trataba el maestro de Física de revelar el secreto mismo de la vida y lo hacía con su habitual desgana. Qué idiota. Pero nos sobraba todo. No hacía falta tanta palabrería, ni tanta tiza, ni tanto detalle. Tú y yo ya lo habíamos entendido: llevábamos mucho rato con la manos juntas debajo del pupitre.-
Luis Foronda. Dibujo de Nono Granero

jueves, 16 de diciembre de 2010

El lápiz es el imán de mi brújula

Preguntaba el robot la semana pasada acerca de los materiales tradicionales del arte, poniéndolos en cuestión a la luz verdosa de lo digital. Y aunque es costumbre en esa sección que yo no comente nada al respecto, algo voy a tener que decir, al hilo feliz de la exposición que recomendamos hoy.

Porque frente al machacón cliqueo del ratón o a la superficie deslizante de la tableta gráfica; frente al comando abreviado y a la luz de frente, hay herramientas que, como el libro que algunos hoy cuestionan, son inmejorables.

Cuento una pequeña historia que no sé si habré relatado ya en alguna ocasión: Dicen que cuando los estadounidenses comenzaron con sus paseos espaciales, se encontraron con un problemilla de ésos que parecerían tontos si uno no se encontrase flotando en el vacío. Resulta que allí arriba, en entornos de ingravidez, los bolígrafos no funcionaban. Si habéis escrito alguna vez la lista de la compra en el papelito que hay pegado con los imanes al frigorífico, también lo habréis comprobado: sin la ayuda de la gravedad, la tinta no cae.

Pues bien: tras investigar mucho –ya sabéis que a cosas como ésta debemos el velcro, una de los mayores hallazgos del mundo moderno-, diseñaron un bolígrafo “con corazón” ¿os suena el eslogan? Esa pequeña maravilla bombeaba la tinta, estuviese en la posición que estuviese.

Los rusos, en ese pulso espacial frenético que sostuvieron, también tropezaron con la misma piedra. ¿Cómo lo solucionaron, teniendo, según parece, menos presupuesto? Muy sencillo: utilizaron un lápiz.

Y es que el lápiz es, probablemente, la herramienta artística por excelencia, capaz de llevarnos cogidos de su mina a cualquier territorio.

Podemos comprobarlo en la exposición de Rubén Villagrasa que se muestra estos días en el Hospital de Santiago de Úbeda.

Fijaos qué sencillo y, a la vez, qué intenso: elige el artista un lugar en el espacio de su papel –que, además, no es un papel cualquiera: también los papeles proponen ideas y sensaciones-, y posa la punta de su lápiz para dar a luz a un punto inquieto y decidido. Éste comienza su camino trazando una línea recta en su avance preciso. Y, en un momento dado, quizá sin que se sepa exactamente por qué, el lápiz se detiene, elige otro punto y vuelve a comenzar una y otra vez, incansable.

Como un mantra mil veces repetido, la línea que nace y se para, que se coloca un poco más lejos e la primera, un poco más inclinada que la anterior, comienzan a convocar ecos y resonancias de espacio. Y comienzan a aparecer superficies que se entrelazan en un tapiz de recodos y recovecos por los que la mirada que todo lo seguía atenta, juega a entrar y a salir, a perderse y a encontrarse. Tejido, laberinto, tela de araña, poco importa. Lo increíble es cómo la labor callada y concentrada fuerza los límites de lo que va existiendo conforme se lo crea.

Y como los personajes de una novela que, ante la mirada estupefacta del escritor que los ideó, llega un punto en que se independizan y actúan de un modo insospechado pero inevitable, así el papel cede a las presiones cambiantes del lápiz, a sus gruesos caprichosos y a su rigor en lo imprevisto.

Y como la gota que horada la piedra; como el líquen que cubre esa misma roca y la envuelve con su red creciente de óxidos, va cambiando la obra de arte nuestra mirada paciente haciendo crecer en ella el gusto por la pausa o el devaneo.

Porque como bien sabía N’gué N’domo, la única manera interesante de hacer ruta es la de prolongarla perdiéndose a través de lugares inexistentes hasta el encuentro de nuestro paso con la ayuda voluble de esa aguja afilada entre puntos cardinales que es un lápiz curioso.

Nono Granero

Laberintos: 20 dibujos y 4 pinturas de Rubén Vilagrasa Valero. Hospital de Santiago de Úbeda, del 2 de diciembre al 9 de enero

viernes, 10 de diciembre de 2010

Wisky doble.

Completamente borracho, como siempre, Johan Balbuena deja a su mujer sola en casa y se marcha a la calle en busca de una nueva copa. Después de cinco, tomadas al tuntún en bares medianeros, se aventura en terrenos un poco alejados donde sabe que sirven licores bendecidos por los beodos más eximios. Johan Balbuena se tambalea por la acera, la vista se le nubla y todo lo ve doble. Ve doble los automóviles, los árboles, los viandantes. A cuatro pies, a cuatro manos, Johan Balbuena alcanza la doble puerta del local, se acerca a la doble barra y se sienta en el doble taburete.
-Whisky doble –le pide al camarero doble.
Se lo bebe de un trago y antes de pedir el segundo echa un vistazo a la parroquia: Borrachos de primera fila, putas de mediana edad y parejas de tercera categoría. Allá al fondo, por ejemplo, sentados en un sofá de terciopelo rojo, Johan Balbuena ve a un hombre y a una mujer, haciéndose arrumacos, ella le mordisquea la oreja, él seguramente le pone en la suya sílabas de fuego. Parpadea Johan Balbuena intentando despegarse de la cogorza, abre los ojos y se da cuenta que aquella mujer es su esposa. Parpadea de nuevo, mira de nuevo, hace de nuevo un intento de aclararse las ideas, pero en ese momento el camarero doble le coloca el whisqui doble y Johan Balbuena pone sus ojos en el vaso doble, lo agarra y vierte el contenido por su gaznate. Cuando coloca de nuevo el vaso en el mostrador y mira hacia la mesa del fondo la pareja ya no está. Se levanta, paga la consumición y también a trompicones recupera la calle. A trompicones alcanza su barrio y su calle, su casa, su escalera, su ascensor, la puerta del piso, el dormitorio, la cama y el interruptor.
-Qué alivio, menos mal- piensa cuando se ilumina la habitación y ve a su mujer placidamente dormida- Se sienta en un lado de la cama y mientras se va desnudando despacio, piensa. – Señor, qué trompa. No puedo seguir así, viéndolo todo doble. Hasta a mi mujer, la pobre, la veo doble ya. Mañana mismo dejo la bebida. Se tumba, apaga la luz, cierra los ojos, deja de ver las cosas doble y antes de dormirse se da cuenta de que aunque haya una doble realidad, verdad no hay más que una.
Luis Foronda.
Dibujo de Nono Granero.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Pregunta número 4

Continuamos con la serie de preguntas de RMW-1.015.
Esta semana, además, me permito añadir un enlace que encontré después de recibirla, que reflexiona sobre el arte digital y amplía nuestras referencias disponibles antes de aventurar una respuesta.
Podéis ver el artículo pinchando aquí.
RMW-1.015 y Nono Granero

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Arañas y pájaros.

Miro desde la ventana a los gorriones inflando las plumas ante el frío que llega. Vecinos desde siempre, creemos conocerlos, saber cómo son. Pero, ¿cuántos de nosotros distinguiríamos al macho de la hembra? ¿Cuántos de nosotros advertimos el cambio de plumaje del invierno a la primavera?

Pienso en pájaros mientras pienso en arte, inducido quizá por las cosquillas que me provocan las plumas en las salas escasas de exposiciones, y pienso en estos vecinos que de tan conocidos, de tan vistos, de tan sabidos, resultan en realidad invisibles. Pongo un ejemplo:

Yo pensaba este verano pasado que sabía quién era Otelo. Y me bastó leerme el texto, obligado por un curso en el que lo íbamos a trabajar, para darme cuenta de que no era así. Pasaba página tras página y no paraba de sorprenderme lo mezquino de Yago, lo atroz de su maquinación, lo taimado de sus manejos. Una y otra vez me entraban ganas de intervenir para aclararle al engañado lo que veía y advertirle de lo que descaradamente tejía ese tipo sin conciencia lleno de mala leche revestida en envase de dulce.

Luego, acabada la obra, me entró la duda: ¿yo sabía entonces quién era Hamlet? ¿Por qué Lear perdía su reino? ¿Debería comprender a Coriolano? Me di cuenta entonces, enlazando lectura tras lectura, de que hablamos a veces de esos hitos gigantes de la historia del arte o la cultura como podríamos hacerlo de la montaña que vemos a lo lejos en el atardecer y de la que sabemos su nombre sin haber caminado nunca sus senderos.

Por eso vengo a proponeros un vuelo fuera de las jaulas, que nos acerque, gracias a la magia a veces simpática de ese invento que es Internet, a observar de cerca y a nuestro capricho una de esas obras que uno cree conocer hasta que tiene la ocasión de recorrerla en su totalidad, aunque sea virtualmente.

Apuntad la dirección que me envió Guadalupe (a quien, por cierto, aprovecho para dar las gracias desde aquí):

http://www.vatican.va/various/cappelle/sistina_vr/index.html

Podremos aquí contemplar la Capilla Sixtina, sin aglomeraciones, girando la cabeza como un torcecuello y elevándonos hacia cualquier rincón para verlo detenidamente desde cerca, parados en el aire como un colibrí.

Disfrutaremos así del verdadero alarde de genio en la creación de posturas y figuras, de su disposición casi medieval en el aprovechamiento de los huecos de una arquitectura fingida, de las raíces iconográficas revisadas y sobre las que se erigieron las nuevas imágenes, y, sobre todo, de la inigualable riqueza a que el amor por la representación de los cuerpos lo llevó en volandas. Escorzos para un Jonás que desconocía, ignudi que se vuelcan y se retuercen sobre sí mismos, medallones que proponen enigmas nuevos que resolver en lo que antes parecía familiar y controlado.

Os invito, ya que el tiempo es malo para la ornitología en campo abierto, y ya que, aunque me encantan las aves, nunca me gustó una jaula, a volar libremente cerca del techo de la Sixtina, descubriendo a vista de pájaro esas cosas tan sabidas que, quizá por eso mismo, resultan, al final, desconocidas.

Nono Granero

lunes, 29 de noviembre de 2010

La media fuga de Mademoiselle Danseur

Mademoiselle Danseur, bailarina parisina de fama internacional, se enamoró del mago del circo Nevada, Mago Zelnik, en la única vez que el circo actuó en París. Por amor colgó las zapatillas, abandonó su carrera y por amor se unió al circo y se vino a España. Desde entonces Mademoiselle Danseur fue la ayudante en el espectáculo de magia que el mago Mago Zelnik hacía cada noche. El mejor número de todos, el más espectacular, era el de la chica partida. Mademoiselle Danseur era introducida en una caja de madera y el mago, serrucho en mano, la partía en dos, a la altura de la cintura, para luego, milagrosamente, aparecer entera. Una noche, sin embargo, el truco falló y al abrir la caja la mujer seguía dividida. Por más que el mago abrió y cerró la puertezuela, la chica continuaba sonriendo, saludando, pero en dos trozos.
Y así quedó la adorable Mademoiselle Danseur, caderas-piernas por un lado, tronco-cabeza-brazos por otro. A pesar del fallo cometido, la parte superior de Mademoiselle Danseur siguió enamorada del mago Mago Zelnik, pero la parte inferior, se reveló, harta, según parece, de tanto numerito de magia y decidió escaparse para volver a París y continuar bailando por su cuenta. Una noche salió por piernas de allí, en una fuga ciega y un poco loca, corrió y corrió por caminos y veredas. En el circo dieron conocimiento a la Policía de la media fuga, que inmediatamente se puso a buscarla. Encontraron a las piernas de Mademoiselle Danseur en la misma raya de Francia y la obligaron a volver. ¿Dónde iban a ir unas piernas solas por muchas ganas de bailar que tuvieran? Pero ya en el circo y pese a la insistencia del mago Mago Zelnik, las piernas permanecieron siempre cerradas, firmes en su decisión de volver a bailar. Y el mago Mago Zelnik, hombre a fin de cuentas, no aguantó más aquella cerrazón, así que tuvo que acceder a los deseos de las piernas de Mademoiselle Danseur para que al fin se le abrieran. Dejó abandonada en el circo a la parte superior de la muchacha y se fugó a Paris con la parte inferior. Es decir, hizo más caso a su entrepierna que a su corazón.
Y allí viven, cuentan que las piernas cosechando éxitos en todos los escenarios de Francia y el mago haciendo trucos con su varita mágica.
Luis Foronda.-
Dibujo de Nono Granero.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Pregunta número 3

Llega la tercera pregunta de esta sección, y, claro, viniendo de alguien (¿o quizás debería decir algo?) que recibe gran parte de la información a través de los medios, era lógico que no tardara mucho en aparecer.
Aquí os la dejo, como siempre, junto con la posibilidad de vuestra respuesta.
RWM-1.015 y Nono Granero

lunes, 22 de noviembre de 2010

La nota discordante.

En medio de la dulce melodía del concierto, apareció la nota discordante. Tan ufana, vanagloriándose entre los músicos, bizarra, presuntuosa, sabiéndose protagonista. Pretendió el director silenciar a la nota discordante con un movimiento severo de batuta, pero no hubo manera, ella siguió campando a sus anchas, moviéndose tan a gusto entre los instrumentos de la orquesta. La nota discordante pasó del piano, al trombón, luego a la viola, al clarinete y al arpa. En todos ellos sonó incoherente y destemplada, grosera. Los músicos miraban sudando al director, que disimulaba con sacudidas convulsivas de brazos arriba, de brazos abajo e intentaba contenerla dándole nervio a los instrumentos de viento, trompas barruntando notas, músicos bufando, un céfiro que movía los flequillos de los filarmónicos y ponía una fracción de frío en las frentes de las féminas. El ejército de notas rodeó a la nota discordante que al verse acorralada comenzó vivace a soltar mamporros, las notas más armoniosas se rindieron enseguida ante los desafinos de la nota discordante y las cimbreantes aguantaron un tempo prudencial, pero no pudieron con ella, ni usando sus claves secretas, ni arrojando su arpegios y acabaron claudicando cuando la nota discordante sonó en la cuerda más fina del violín. Todas sucumbieron, do por dócil, re por remisa, mi por individualista, fa por fatua, ni sol en todo su esplendor pudo acabar con ella, ni la menor ni la mayor, ni sí que acabó negándolas a todas. Después de unos minutos, cuando el público comenzó a incomodarse en sus asientos, el director de la orquesta dio por terminado el concierto.
La gente se quedó en silencio, sin hacer nada, excepto una señora muy emperifollada de la primera fila que despertando de su sueño, aplaudió entusiasmada. Y la nota discordante, claro, acabó entre sus manos aplastada.
Luis Foronda.
Dibujo de Nono Granero.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Contemplar, conocer.

Pesa tanto en nuestro modo contemporáneo de entender el arte la necesidad de ver tras cualquier obra la expresión propia y particular de un artista, la pretensión de hacer siempre de lo mostrado símbolo o metáfora de realidades distintas, que la que hoy comentamos nos resultará chocante a la fuerza.

Porque imbuidos como estamos de ideas estéticas que, si no andamos con cuidado, se vuelven pilares inamovibles que nos incapacitan para probar otros platos, las imágenes de Celestino Mutis, cuya pretensión no era la de emocionar con los medios utilizados, sino la de ofrecernos aquello que andaba lejos de nuestros ojos, nos parecerá casi anacrónica.

José Celestino Mutis, nacido en Cádiz el 6 de abril de 1732 era, en realidad, matemático, sacerdote y, lo que más nos interesa, botánico. Pero sumaba a todo ello la habilidad y la formación necesarias para llegar al fondo de lo que estudiaba con otras herramienta, aparte las linguísticas, numéricas o ilógicas.

En esos tiempos sin cámara de fotos, Celestino, con paciencia y dedicación de científico, componía –porque lo hacía con intención-, láminas en las que mostrar las formas concretas de las plantas nuevas con que se iba topando en sus viajes de descubrimiento.

Con autores como Celestino Mutis o Audubon comencé yo a dibujar naturaleza y a disfrutar de la disposición rica de las plumas, de la variedad de texturas inimaginables a priori de un ave o de una planta. Y entendí por qué se enseñaba en las escuelas del XVIII y del XIX (y en el XX hasta hace poco) a manejar el lápiz.

Lo saben todos aquellos que se acercan al dibujo y lo asocian a una disciplina: El dibujo hace lo que otras herramientas no pueden: elige, remarca, destaca, selecciona, elude, enfatiza. Muestra selectivamente y propone, no sólo mímesis, sino conocimiento. Y si alguien piensa que para eso andan la cámara y el microscopio, me permito remitirlos al reportaje de National Geografic del pasado mes de septiembre, y a la nota que acompaña las fotografías hechas a huevos de insectos: las imágenes resultantes fueron coloreadas para reproducir el aspecto natural de los huevos, dice. Y el PhotoShop, aunque sea en ceros y unos, no deja de ser una herramienta de dibujo.

Dibujos, pues, que abren las mismas puertas de la fascinación, en su detalle, casi de la misma manera en que lo hacen las palabras que los acompañan. Porque nombrar, como bien sabían quienes escribieron las cosmogonías del mundo, es crear. Y decir “Passiflora Adulterina” ya empuja la imaginación por nuevos territorios.

Por eso hoy, frente a la afirmación del individuo sobre lo que le rodea, frente a la pretensión legítima pero a veces ortopédica de la búsqueda del estilo, frente a la postura soberbia del que se quiere autorreferencial, sorprende la limpia humildad, la constancia y el paso atrás que da quien, únicamente, utiliza su arte para comunicarnos a todos, para compartir con nosotros el milagro cotidiano que nos rodea y en el que a veces somos incapaces de reconocernos, aunque seamos parte integrante del mismo.

Nono Granero

'Imágenes del paraíso'. Real Jardín Botánico Madrid. Hasta el 23 de enero de 2011.

En torno a la palabra

Ha empezado a funcionar en UBEDA la tertulia literaria “En torno a la palabra”. Una oportunidad fantástica de compartir novelas, poemas, artículos, música y demás asuntos relacionados con el mundo de la cultura. Para estar al día sobre las fechas de las reuniones, libros propuestos, libros comentados, autores invitados, etc. pincha aquí: http://www.entornoalapalabra.blogspot.com/

PJ HARVEY

El domingo 14 de Noviembre, Ernesto Vela nos descubrió a una de las cantantes de rock más interesantes, originales, arrolladoras y apabullantes, de las últimas décadas: PJ Harvey. Aquí tenéis el video del tema que pudimos escuchar: "Down by the water."

Cine y música clásica

El domingo 14 de Noviembre, Pepe Fuentes nos habló de la relación entre la música clásica y el cine y de cómo algunas de las grandes composiciones de música clásica son conocidas con el nombre de las películas en las que aparecen. ¿Un ejemplo? “Elvira Madigan” (Concierto nº 21 para piano de Mozart)

lunes, 15 de noviembre de 2010

Queridísimos amigos

El conocido artista local Diego Rodríguez convocó a su reducido círculo de amistades para comunicarles la noticia. Les saludó con un “Queridísimos amigos” y luego añadió con la franqueza y el buen humor habituales en él: “Me ha dicho el médico que me queda un pelao. Me han detectado un tumor en la cabeza. Tres meses como mucho.” Los naturales lamentos de sus allegados más íntimos se transformaron pronto en palabras abalanzadas sobre el tedio local y lo que no debería de haber salido de aquel reducido círculo, pronto estuvo en boca de todos. Y enseguida nació la idea de hacerle un grande y merecidísimo homenaje. Tan prestigioso y valorado artista no podía morirse sin haber recibido antes el reconocimiento de su pueblo, de sus amigos, de sus fervientes admiradores. Organizaron para él una gran despedida. Habría música clásica, lectura de poemas y una exposición retrospectiva de toda su obra en el paraninfo de la universidad, vendrían eruditos profesores y relevantes artistas de la vanguardia europea para disertar sobre el arte con mayúsculas de Diego Rodríguez. Había poco tiempo sí, pero también una aparatosa pasión, así que sus amigos se pusieron en marcha de manera intensa, continuada y espesa, inmisericorde.
Diego Rodríguez se enteró pronto de las pretensiones de sus amigos y, sin decir nada a nadie, hizo la maleta. Antes de irse tomó la brocha y escribió sobre un gran lienzo en blanco: “Capullos. Dejadme en paz. Jamás permitiré algo así”. Pero para entonces sus amigos ya lo tenían todo preparado: la soprano, los poetas, la exposición, las conferencias y las flores. Había que encontrarlo. Iniciaron rápidamente la búsqueda del artista, por todos los pueblos, por todos los caminos, pero no lo encontraron. Semanas después, desesperados, llenaron la ciudad de carteles en los que se veía la imagen de su amadísimo artista desaparecido y una leyenda que decía:
“Diego Rodríguez. Se busca. …Preferiblemente muerto”.
Luis Foronda.
Dibujo de Nono Granero.

Elizeth Cardoso, Jair Rodrigues & Os Originais do Samba

El Domingo 7 de Noviembre, Ernesto Vela nos descubrió a una maravillosa cantante brasileña: Elizeth Cardoso.

"METRÓPOLIS" de Fritz Lang

Domingo 7 de Noviembre. Pepe Fuentes habló de "Metrópolis", la obra maestra de Fritz Lang.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Pregunta número 2

Seguimos con la serie de preguntas que formula el RWM-1.015 (para ampliar la información , ver artículo más abajo).

En este caso, aunque la pregunta aparenta respuesta sencilla, me da que oculta algo más fino de lo que pueda parecer en un principio.

Pero, como es costumbre en esta sección, dejo a quienes leen y escuchan las posibles opiniones al respecto.

Nono Granero y RWM-1.015

domingo, 7 de noviembre de 2010

El poder de la mente.

En el bar “La Golondrina”, ese templo de la filosofía, Marianito Rojas y Pepe Malogre, hablan acodados como siempre sobre la barra, con los ojos perdidos, puestos, tal vez, en alguno de los calendarios de la pared. Una lluvia mansa cae detrás de la cristalera. Marianito Rojas dice: “Tío, últimamente ando obsesionado con esto del poder mental”. Y Pepe Malogre, después de unos eternos segundos rumiando sus palabras le pregunta que qué coño es eso del poder mental. “Sí tío, - le responde Marianito- , que desde hace un tiempo muevo los objetos con la mirada”. Pepe Malogre ni responde, pero Marianito explica: “Abro las puertas y las ventanas, muevo las nubes del cielo, dirijo las gotas de lluvia hacia mi cara, modulo las ráfagas de aire que me arrullan, desprendo las hojas de los árboles que piso, guío al sol por el cielo desde oriente a occidente, pongo la luna, muevo a mi antojo las agujas del reloj”.
Pepe Malogre mastica el palillo que tiene entre los dientes, farfulla sílabas nebulosas y remata con un “No me jodas, tronco, que no estoy yo hoy para tonterías. Tú eres idiota”. Y Marianito Rojas, enfadado, gira la cabeza hacia Pepe Malogre, lo mira fijamente y el malafollá se cae del taburete. Se queda Pepe Malogre tirado en el suelo y Marianito Rojas, tras pagar la cuenta, sale. Mira al cielo, cierra los ojos, aspira profundamente y sonríe. Sale el sol y deja de llover. Camina tranquilo por la acera de la calle Ancha y parece que el tiempo se hubiera detenido.
Así es: Pepe Malogre se incorpora sacudiéndose la ropa y se mira el reloj. “Caramba. – exclama – Si no son ni las doce. ¡Mozo, ponte otra copa, que todavía es pronto!”. ______________________________ Luis Foronda. Dibujo de Nono Granero.

La Materia del Arte

Hablando el otro día sobre Alfonso X el Sabio, me vino a la cabeza una de las historias que, en sus Cantigas de Santa María, se cuentan acerca de un milagro con pintor incluído.

Estando el buen hombre subido a un andamio, pintando una imagen de Nuestra Señora, vino el Diablo y, como le gustan menos esas imágenes que tomar la sopa fría, no tuvo otra ocurrencia que dar al traste con toda la estructura, para que el creador se diese un sopapo que le quitase las ganas de andar dibujando santos.

Pero he aquí que, nada más perder pie, el pintor lanzó los brazos hacia arriba y encontró que la imagen misma que pintaba le sostenía, impidiendo que diese con sus huesos en el suelo, y añadiendo, de paso, una página preciosa al libro de las Cantigas.

Comentando esta ilustración, dice Philip Ball en “La invención del color”: “escenas como ésta ilustran la creencia de que un icono o cuadro bien hecho poseía una verdadera eficacia religiosa” Y añade como colofón: “El uso de materiales preciosos, como el oro o el ultramar […] no revela solamente el deseo de manifestar piedad sin reparar en gastos, sino la esperanza de incrementar así la potencia sobrenatural de la obra”.

Viene todo esto a cuento de una exposición que termina sus días este fin de semana. Porque el Arte, hoy, deja atrás los márgenes impuestos por la consideración de un material considerado noble frente a otro más humilde. Y cualquier objeto o sustancia puede elevarse a la concepción de componente artístico.

A partir de lo dicho, podríamos preguntarnos entonces, dónde radica la clave para hacer que materiales con un significado previo sean capaces de adquirir una dimensión diferente? ¿Con qué herramientas –una vez abandonados los pinceles-, puede conseguirse la efectividad artística que les dé, en palabras de Ball, potencia sobrenatural?

Una de esas herramientas, la que hoy nos interesa, es la repetición.

Nosotros, los seres humanos, estamos preparados para ella. La buscamos desde pequeños: en los cuentos acumulativos, en la reiteración de un sonido o de un lanzamiento. Repetir es entender, es crear estructuras para la memoria y para el conocimiento.

Lo corroboro escuchando en la radio una canción: “que si la falda es larga/ que si la falda es corta/ que si la tela es mucha/ que si la tela es poca/…”

O sea, ritmo y rima al servicio de una idea.

Pero no basta con eso. Y es ahí donde más me ha sorprendido la obra de Ramón Garrido, a quien le conocía otras propuestas más conceptuales.

Porque no sólo rescata, acumula y suma, sin más, objetos usados o encontrados, sino que los yuxtapone para, rima, rimando, forjar nuevos poemas haciéndonos olvidar –y ahí radica el interés de la propuesta- , lo que eran antes.

Jugosísimos resultan por tanto los trabajos de la serie “Reiteraciones Significantes”, de los inicios maduros de su trabajo, tanto como las últimas composiciones amarillas del proyecto “Tiempo de Crisis”. La madera, los clavos, los hilos, los sujeta pábilos de las velas (que no sé cómo se llaman exactamente), las etiquetas llamativas para las ofertas y hasta las latas de aceite se transforman en ciudades, cuerpos y, en un zoom sutil que busca ahondar en lo humano desde lo que desechamos, hasta en pieles dulces construidas con acero, o en sencillos poemas que se elevan deprisa para caer lentamente hasta el suelo.

Coger lo conocido y llevarnos hasta lo desconocido. Ése es el marco sin límite en que se mueve el buen trabajo artístico.

Y ahí es donde radica el verdadero milagro que nos proporciona el arte.

Nono Granero

Pens ar, Cre er , Sent ir (verbos en infinitivo)". Exposición de Ramón Garrido Martínez en la Sala Pintor Elbo del Hospital de Santiago de Úbeda.

martes, 2 de noviembre de 2010

Polvo eres


Un sábado por la noche, muy tarde, camino de la casa de Eva, pasaba yo por la calle del cementerio, tan solitaria e inquietante, seccionada por un viento frío de ráfagas constantes, cuando de alguien se me acercó por detrás y puso su brazo sobre mi hombro.
-No te asustes. – dijo – Soy tu amigo Víctor.
Yo me asusté, claro, porque mi amigo Víctor se había muerto hacía dos meses. Vi su cadáver y lloré un poquito, incluso, junto a su ataúd. Sin embargo, disimulé mi espanto y no detuve mi paso. Y él, caminó renqueando, con su brazo sobre mi hombro, como una extraña pareja, por la acera.
-Escucha –añadió- Te extrañará que me presente así, con esta facha, pero es que soy un muerto en pena por culpa de mi mala conciencia, que no me deja descansar en paz. He dejado un par de cosas pendientes en el mundo de los vivos y necesito resolverlas antes de emprender el viaje definitivo. La primera es contigo, a ver cómo te lo explico, que hace un tiempo tuve un lío con Maria del Carmen, tu mujer, vamos que éramos amantes, que me la trajinaba por decirlo en lenguaje llano... y que teniéndote, -como te tengo,- por amigo, ese asunto era una losa sobre mi conciencia y ahora que, por fin, he descargado mi culpa, ya puedo descansar en paz. Y la otra cosa pendiente que tengo es que mi jodida familia me prometió que me incineraría, pero al final se rajaron porque son unos clásicos y me metieron en un nicho, los muy carcas. Ahora tengo que presentarme ante ellos, así con este aspecto y convencerlos para que exhumen mis restos y los incineren. Polvo eres y en polvo te convertirás, dice la Biblia… y así debe ser.-
Yo pensé: -Qué muerto más gilipollas. Incluso peor que vivo.
Nos paramos. Giré mi cabeza hacia él. Miré sus ojos secos, él apretó un poco la mandíbula descarnada y bajó su brazo agusanado de mi hombro. Yo saqué tranquilamente un cigarro del bolsillo, luego una cerilla, encendí el cigarro y aspiré el humo y con la cerilla todavía encendida arrimé la llama a su chaqueta raída que ardió inmediatamente y convirtió al zombi-amigo en una bola de fuego. Como un espantajo iba y venía de una acera a otra dando brincos, hasta que después de unos minutos de combustión, quedó reducido a cenizas en medio de la calle. Luego sopló el viento y las dispersó, las elevó hacia la copa de los árboles y desaparecieron.-
-Buen viaje. – dije.-
Cuando llegué a casa de Eva, ella me miró.
-Hijo, qué cara traes, ni que hubieras visto un fantasma.
-¿Y si te dijera que he visto al zombi de tu marido hace un momento?
– le dije.
Ella se aguantó la risa
-Qué cosas tienes. – contestó.
Y sin dejar de sonreír me arrastró hasta la cama, donde, evidentemente, nos convertimos en polvo.
_________________________Luis Foronda. Dibujo de Nono Granero

jueves, 28 de octubre de 2010

Introducción a las Preguntas de un Robot

Hoy vamos a comentar una iniciativa muy curiosa en la que, afortunadamente, tengo el gusto de participar.

A nadie se le escapa la importancia de las últimas tecnologías en nuestra vida, a todos los niveles. A mí me interesa especialmente el campo de la Inteligencia Artificial y los Modelos Psicotecnológicos que constantemente investigan y proponen estructuras paralelas que emulen nuestro cerebro, con la intención de comprender mejor cómo se construye el conocimiento en un individuo.

Cuando hablamos de IA y de Robots, como es este caso, casi todos nos imaginamos antropoides metálicos capaces de realizar de manera perfecta e infalible lo que a los seres humanos nos puede llevar más tiempo y esfuerzo. Pero la realidad es que las cosas van más despacio de lo que a los aficionados a la ciencia-ficción nos gustaría. Y os pongo el ejemplo en el que trabajamos para ilustrarlo.

La Universidad Algebraica Internacional de Noruega y la Politécnica Mecánica de Alburquerque, colaboran desde hace poco más de un año en un proyecto para la construcción de un robot inteligente.

El RWM-1.015 (que es el verdadero y frío nombre del robot), está siendo, digamos, “educado”, en un experimento que pretende esclarecer cómo se articula el conocimiento de ese cúmulo de saberes, ideas, y experiencias colectivas que llamamos cultura en la mente de un individuo.

Lo más interesante y curioso del caso es que el Robot, que venía alimentándose pasivamente de datos, en un momento determinado del programa ha comenzado a realizar preguntas.

A mí me envían –y esa es la pequeña colaboración de que hablaba-, las que formula relativas al campo de las artes visuales, en un sentido bastante amplio. Y como considero que resulta bastante interesante comprobar cómo se ve el mundo con ojos nuevos, aunque sean de silicio y sin pupilas, he pensado compartir, dentro de esta Balda del Arte, algunas de esas preguntas.

No tengo la pretensión de responderlas aquí. Pero considero que cada uno de nosotros, al escucharla (o leerla) podrá reparar en pequeñas cuestiones que, quizá por la inercia que nos proporciona nuestro propio saber establecido y nuestra inercia en la mirada sobre el mundo, no habríamos advertido de otra manera.

Queda abierta, sin embargo, la puerta, a cualquier comentario al respecto, si es que a alguien le apetece hacerlo, en el canal que nos brinda este blog.

Y si no fuera así, siempre podremos compartirla tomando un café con cualquier amigo o con cualquier conocida en la mesa de algún bar que no tenga la televisión demasiado alta.

Por cierto: para conocer la pregunta, tendrás que pinchar en el vídeo de arriba, si es que no lo has hecho ya.

Nono Granero y RWM-1.015

martes, 26 de octubre de 2010

Siempre tarde

Hola. Después de tres meses de abandono veraniego, hago clik en el interruptor, se ilumina el blog de “La Librería” y asomo la cabeza entre las baldas, expectante y un poco pesaroso. En fin. Gracias por esperar y perdón por la tardanza. Lo siento. Siempre llego tarde. Mi concepción ya fue tardía y el primer retraso de mi vida ocurrió el mismo día de mi nacimiento. Llegué casi dos semanas después de lo previsto. Allí, la partera impaciente, mi madre mucho más y yo sin querer despedirme de la placenta de la felicidad. No lo entiendo. Ustedes ya me conocen, joder. Soy persona diligente, avispada y circunspecta, digestiva, comprimida, efervescente. Por eso no me explico esta rémora de mi existir, este sin vivir de la llegada tarda. Al colegio, a la confesión, a la ostia, al rezo, a los granos, a la primera cita, al sexo, a la segunda cita, a la boda, a todas las citas, a todos los hijos, a la última reunión, a la penúltima suplencia. Es imposible, y lo intento de verdad. Ajusto los relojes, me anticipo al caminar patológico del segundero, le marco las distancias, pero ni por esas. Se quedan mis patitas rezagadas en “lapsus tempo” de los que ni siquiera soy consciente. Y a estas alturas de mi vida, sólo puedo pensar si estaré llegando tarde a mi propia muerte, si la dama negra llevará mucho tiempo esperándome, si se cansará de hacerlo y se marchará del andén en el que me aguarda, si tendrá el aguante suficiente o si habré que resignarme, en cambio, a vagar eternamente por el mundo de los dioses rezagados. No lo sé. Espero encontrar pronto la respuesta. Tengan paciencia.
Luis Foronda.
Dibujo de Nono Granero.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Fantasía, dibujo y realidad

Comencemos esta nueva temporada con un sencillo experimento de creación de formas, como corresponde a esta Balda del Arte: Tómese por los extremos una cinta de cartulina rectangular. Gírese una de las manos 180º y únanse los bordes de la tira. Obtendremos un objeto muy particular que se conoce como banda de Moebius, y que tiene la particularidad de no tener más que una cara, aunque parezca lo contrario.

Para comprobarlo, pasen el dedo recorriendo la superficie y se darán cuenta de que no encontrarán obstáculos para seguir haciéndolo de aquí a Navidad, a no ser el hambre de las dos de la tarde o una contractura provocada por el movimiento incesante.

¿Arte, entonces, o matemáticas? Dejemos a August, el matemático, y quedémonos con el artista para comentar una exposición que no veremos: la que se inauguró el 10 de Octubre en París con el título , “Moebius-transe-forme” alrededor de la figura de Moebius.

Para quienes no lo conozcan aquí –en Francia es una institución-, lo presentaremos. Su nombre real es Jean Giraud. Es dibujante de cómics y algo más. Como Gir firma las obras de la serie “El Teniente Blueberry”, de corte clásico y aventurero, ambientadas en el salvaje oeste.

Pero es bajo el apodo de Moebius cuando descubrimos su trayectoria más personal. Inolvidables las colaboraciones con Alejandro Jodorowsky (“El Incal” es una obra maestra necesaria en cualquier biblioteca de aficionado al tebeo), y sus divagaciones más personales, a lomos de extravagantes personajes que deambulan explorando las viñetas casi al mismo tiempo en que son dibujados, como el Mayor Grubert, Arzak, e incluso él mismo.

Con Moebius, descubrí en las páginas de Metal Hurlant, que se publicaba en los años 80 en España, cuando las revistas de cómics estaban en estimulante ebullición, verdades que ahora parecen obvias: que el cómic es –probablemente junto con el títere- uno de los espacios de creación que mayor número de influencias y disciplinas puede recoger de un solo golpe de cubilete. Pero también que el artista –y vaya si lo es Moebius-, ha de poseer coraje y desprejuicio, valentía y descaro parejos a su pericia, sus ideas y su técnica.

Viendo a John Difool cambiar de aspecto de una viñeta a otra, no sólo por efecto de las perspectivas o los ángulos, sino por el manejo inagotable y variado de soluciones gráficas, uno se daba cuenta de lo importante de la forma para conseguir una función expresiva concreta. Y en sus líneas incansables, en sus tramas siempre constructivas, emergían las figuras de un mundo nuevo, futuro y posible, como plantas espeluznantes creciendo desmesuradamente en un desierto de soles multiplicados.

Y en mitad de ese dibujo orgánico, vibrante y carnal, aparecían trazos de una limpieza geométrica, reflejos fríos de recta limpia y quebrada, que provocaban por contraste sensaciones pseudomísticas en mitad de la lectura.

Hoy, casi todos los tebeos han cambiado de nombre y prefieren el término más serio de “novela gráfica”. Y yo no digo que esté mal elegido. Pero viendo cómo pesa sobre los autores, y, en particular, sobre unas historias que no hacen sino girar en torno a lo cotidiano –aunque, por otra parte, quizá sean necesarios en estos tiempos los ojos de un autor para ver la verdad de lo que ocurre a nuestro alrededor-, yo disfruto con placer los devaneos de Moebius .

Porque aunque parezca, como la cinta, tener dos caras, aprovecha la de su inagotable fantasía para hablar, en el mismo recorrido, de esa búsqueda de uno mismo a que se enfrentan juntos en cualquier obra, sea del género que sea, público y autor.

Nono Granero

“Moebius-transe-forme”. París, Fundación Cartier para el Arte Contempóraneo.

martes, 22 de junio de 2010

El Vampiro de Rus en ford


Blas Tepes venía a Ubeda un par de veces por semana. Era el bodeguero del pueblo vecino de Rus y llegaba al barrio montado en su Ford Escort beige. Se paraba en medio de la calle y se ponía a vender el vino a granel que traía en unas hermosas damajuanas. Salían las mujeres a la calle y se arremolinaban alrededor del coche en una mezcla de revuelo donairoso, locuaz y sensual. A todas las enloquecía Blas Tepes, con su pelo negrísimo engominado y echado para atrás, su camisilla blanca pegadita al cuerpo, con su cadenón de oro, su pantalón negro impoluto y una especie de chubasquero en forma media capa negra de vuelto rojo que se colocaba cuando refrescaba. Les atraía esa manera de pronunciar suya, tan relamida, tan sonora, remarcando, con voz de barítono, la parte final de las palabras. “¿Cuánto le pongo señora?” “Póngame usted medio cuartillo”. “¿Y a usted, señora?” “Litro y medio, póngame usted”. Blas Tepes las soliviantaba con sus palabras y las atontaba cuando les daba a oler el vino que llevaba. “Huelan ustedes los maravillosos efluvios de este vino expresamente elaborado por mí y que ni el afamado vino de Torreperogil consigue superar”. Las mujeres terminaban borrachas de tanto oler aquel vino y, tan contentas, volvíanse a sus casas, dejando a los niños jugando a su antojo en la calle y en las eras. Cuando regresaban los maridos de sus trabajos, las mujeres todavía continuaban bajo el influjo de las emanaciones etílicas y lo primero que hacían era plantarles el vaso de vino en la mesa, así que cuando éstos preguntaban “¿Y los nenes?”, ellas respondían “por ahí, jajaja”. Pero hubo niños que no volvieron nunca de por ahí, que se perdieron y jamás se supo. Primero un chiquillo un día, …luego otro. Los padres, embobados por los efectos del vino, no parecían darse cuenta de las ausencias infantiles y nadie los echó de menos. Blas Tepes llegaba desde Rus en su Ford Escort cuando oscurecía, llamaba a los críos y los subía al coche para llevarlos a una bodega clandestina que había montado en un cine abandonado de Canena. Allí los drogaba con dulces extraños y luego, con unas agujas larguísimas, les pinchaba el bracito y les extraía la sangre con la que, a través de unos tubos de goma, llenaba los barriles. Luego, ese mosto rojísimo y caliente era transportado al lagar donde permanecía el tiempo suficiente para que fermentara, obteniéndose un tinto oloroso, equilibrado, con un suave aroma a fresas y frutos silvestres, de color rubí, muy intenso. Ese mismo vino, obtenido de la sangre de sus hijos, era vendido luego a sus propios padres, que se emborrachaban y olvidaban su ausencia, borrados de su memoria hecha de círculos viciosos. Desde 1970 a 1973 desaparecieron del barrio cuarenta y cinco niños. Un negocio redondo con el que Blas Tepes se hizo muy rico. Sin embargo, pese a su apariencia siniestra, Blas Tepes era un hombre sensible que llegó a encariñarse con los niños, a los que cuidó, alimentó e instruyó. Cuando crecieron, la sangre de los críos se agrió y Blas Tepes tuvo que soltarlos, y éstos, que durante sus años de cautiverio habían aprendido todos los secretos del vampirismo, acabaron colocándose en la Banca. Blas Tepes quiso continuar el negocio del vino sangriento, pero fue imposible volver a secuestrar a nadie, porque los niños dejaron por aquella época, de jugar en las calles, había llegado la televisión a las casas y no pudo contra ese vampiro. Así que, resignado, Blas Tepes se hizo viejo cultivando ajos.
...Y después fueron llegando otros vampiros terribles: los videojuegos, las consolas, el ordenador… y la cerveza.

________________________ Luis Foronda____________ Dibujo de Nono Granero.

jueves, 17 de junio de 2010

Arte callejero

Siguiendo con la última costumbre que hemos tomado de buscar arte en lugares no habituales, hoy dejaremos nuevamente de lado las salas de exposiciones y, de paso, el resto de los sitios cerrados. Hoy recorreremos en busca de arte nuestras propias calles.
No hablo, claro está, de los garabatos escritos por infelices monos que orinan sus nombres sobre las paredes, queriendo hacernos ver que están ahí y que son únicos en su aburrida y desgastada manera de tiznar. Sino de esa otra opción que salpica de propuestas nuestro deambular cotidiano, proponiéndonos información u ocios.
Los carteles, que vienen generalmente a cumplir una función meramente informativa, pueden, si se les da el empuje y la consideración necesarios, convertirse en algo más. ¿Quién no guardó el de una película que le gustó especialmente? ¿Quién no entró alguna vez a una tienda para pedir que, una vez cumplida su función y su fecha, le reservaran el pedazo largo de papel para llevarlo a las paredes de su casa?
Porque el cartel, cuando es obvio, no hace sino confirmar lo que ya sabemos. Le importan más las letras y las fechas que cualquier otra consideración estética y nos deja fríos con su machacona melopea de rectángulos manidos.
Pero cuando quien lo confecciona pretende volar más alto, enriqueciendo nuestro paseo con notas sugerentes que parecen invitaciones; cuando quien lo realiza inventa -como Cassandre- lenguajes que olvidan las palabras y son más efectivos; o cuando el estímulo que constituye su esencia se utiliza como espejo de la vida más oculta, como hizo Toulouse-Lautrec, entonces ya no importa sólo el dato, sino que el aspecto visual toma el mando y nos lleva en volandas y nos sirve, como el aroma del azahar en primavera, para recordarnos tiempo después el evento y cuanto lo rodeó.
Pronto en nuestras calles, veremos uno de estos salpicando los muros. Porque para el XI Festival de Cuentos que se acerca, la ilustradora Mercedes González Peregrina nos propone un vuelo sencillo y limpio sobre el que escribiremos las historias por conocer. Y nos ofrecerá un mundo en que respirar el ambiente limpio de la escucha atenta. Y nos empujará hacia lo alto, volviéndonos pequeños asistentes absortos con el vuelo frágil de una historia que se mantiene unida a nuestro brazo y a nuestro corazón por el hilo delgado de una palabra mágica.
Y merecerá la pena pararse un minuto ante su obra, para dejarla convocarnos a su encuentro, sugerirnos un comienzo, provocarnos una trama, regalarnos preguntas nuevas.
¿Quién quedará enredado en el hilo de la cometa, en las letras del horizonte, en el abrazo tierno de la chica que vela sus historias frente a la luna?
Pronto, muy pronto, lo sabremos.
Nono Granero.

martes, 15 de junio de 2010

BALOMPÉDIKA FÚTBOL KLUB

Los del equipo juvenil del Balompédica Fútbol Club hicimos historia en la liga provincial ganando el trofeo de la Diputación del año 1977 gracias a un golazo por toda la escuadra de nuestro delantero centro Miguelón Uceda. Tenía Miguelón un perfecto toque de balón, un extraordinario cambio de ritmo y una fuerza descomunal con la zurda. Tenía Miguelón una forma única de zafarse de los defensas y de presentarse solo delante del portero. Tenía Miguelón diecisiete años y una medio-novia que a todos nos gustaba mucho, que se llamaba Anita y que venía a reírse de nuestras piernas de palillo en los entrenamientos. Tenía Anita su casa cerca del campo de tierra donde entrenábamos y Miguelón un chut tan formidable que la pelota acababa fuera del terreno de juego, más allá de la valla, justo en el patio de la casa de Anita, de la que salía furioso su padre don Severo, quien, navaja en mano, tomaba la pelota y la rajaba de medio a medio, sin mediar palabra. Anita, para qué engañarnos, venía a buscar a Miguelón, lo esperaba y se iba con él. Tenía Anita que andarse con cautela, porque su padre, don Severo, era varón de costumbres recias, inclemente vigilante de la moral, ferviente hombre de iglesia y enemigo de indecencias, de escándalos y sobretodo de esas cosas con hormonas en las que todos los males confluyen: los adolescentes. Eran Miguelón y Anita …tan adolescentes, tan llenos de hormonas, que se ve que con la euforia de la victoria del 77, tras terminar el partido, organizaron su propio encuentro y jugaron bien y mucho. Cuando don Severo se enteró del “penalti” de Miguelón, montó a la preñada Anita en un avión y se plantó tan santamente con ella en una clínica abortista de Londres. Tras el desinfle del balón, Anita estuvo mucho tiempo fuera de juego. Miguelón Uceda siguió lanzando sus chuts, como botellas al mar, y una de las veces en que la pelota superó la valla, fue a buscarla y ya no regresó nunca. Algunos dicen que don Severo sacó su navaja y lo rajó como a la pelota, otros que cansado de esperar a Anita colgó las botas y se hizo vagabundo, otros que fue secuestrado por un cazatalentos extranjero y convertido en estrella futbolística. Quién sabe. Nueve años después, don Severo se hizo muy rico con el pelotazo inmobiliario y Anita posó en pelotas para el Interviú. Nueve años después, en el mundial de México de 1986, un tal Nasko Sirakov, jugador de Bulgaria, en su partido contra Italia, tomó el balón, cambió de ritmo, corrió por el centro del campo, se zafó de la defensa, se plantó delante del portero, gritó “¡¡¡ Balonpédikka !!” ...y lanzó un chut tan potente con la zurda que la pelota se elevó y se elevó y se perdió por encima de las altísimas vallas del Estadio Azteca. __________ Luis Foronda. ______________________ Dibujo de Nono Granero.

viernes, 11 de junio de 2010

Artistas de vacaciones

En el segundo volumen de la obra de Jodorowsky y Bess “El Lama Blanco”, el pequeño Gabriel Marpa, que está siendo educado por un enorme monje budista llamado Tzu, debe resolver un enigma.

Tzu clava un cuchillo en el suelo, que representa a un monje y, alrededor de él, traza un círculo, que simulará su templo. Rodeando éste, coloca un puñado de maderas que figuran sapos.

“Si el monje sale –dice Tzu-, los sapos entran y lo ensucian todo... ¿Cuándo entran los sapos en el templo?”-termina preguntándole. Y cada vez que Gabriel falla en su respuesta, le da un bastonazo.

Finalmente, el chico da con la solución y, abalanzándose sobre su maestro, lo vence al tiempo que grita: “¡Los sapos no entran jamás en el templo porque el monje no lo abandona jamás!” En realidad, están hablando acerca de la atención que debe tener un guerrero: Siempre ha de estar listo porque sabe que, de relajarla, perderá la batalla.

Y yo he recordado esta historia después de ver la exposición de alumnos y alumnas de la Escuela de Artes Plásticas y Diseño “Casa de las Torres” de Úbeda, que estos días contiene la sala azul del Hospital de Santiago.

En torno a un tema común –un gran acierto por parte del equipo de docentes de la Escuela, ese saber proponer vínculos para desarrollar trabajos que, al unirse, muestren las infinitas posibilidades de cualquier propuesta-, cada disciplina específica de las impartidas en el centro ha buscado el modo de plantear obras y ejercicios que estudiasen la Luz.

Y el resultado entusiasma. Porque en base a ese compromiso común, se disparan las ideas y se aprecian mejor las variantes. Y los alumnos y las alumnas descubren el valor plástico de una sombra y, viajando en sus lomos, son capaces de llevarnos a vivir a lugares lejanos en casas diseñadas específicamente para la ocasión. O construyen poemas físicos y congelan instantes a la luz colgante de una bombilla. O escarban en lienzos negros y nocturnos para descubrir iluminando cómo se articula una figura o se exhibe –tímidamente- un grupo de monstruos.

Sumando acierto al acierto, la mayoría de las obras trabajan tomando como punto de partida –como, por otra parte, debe hacer siempre cualquiera que aspire a producir arte-, el entorno más cercano: compañeros y compañeras que prestan sus cuerpos como soportes para construir las esculturas; que ofrecen su imagen y sus movimientos a las cámaras; o que confrontan sus modos de hacer, tan diferentes como sus rostros. O que descubren, más allá de las paredes sólidas de su edificio, la propia luz que los envuelve.

Y sobrevolándolo todo, una alegría juvenil que se confunde con la que es inherente a la creación. Una coherencia y una fe en los proyectos que recorren las obras de la sala dándoles a todas una vibración eléctrica que empuja a ir de una a otra en alas de entusiasmo. Una apuesta por el trabajo artístico que viene determinada por la capacidad demostrada de encarar problemas concretos, de buscar soluciones propias, de desarrollar proyectos bien articulados.

Es una exposición, como hemos dicho, de fin de curso: Han llegado, después de nueve meses de trabajo, a un más que merecido descanso.

Pero es también un momento crucial. Si de verdad caló el aprendizaje, lo que se abre con el tiempo de ocio que asoma no es sino una oportunidad mayor para la mejora y la profundización en el juego del arte. Una oportunidad de buscar más allá de la presión de una nota, porque, como ya hemos comentado en alguna ocasión, el verdadero artista siempre tiene preparada una pregunta más. Y ya lo decía Brancusi, tan entusiasmado como deben estarlo quienes prepararon esta muestra: -“Sé artista. No dudes y lo conseguirás: Crear como un dios, mandar como un rey, trabajar como un esclavo.”

Y no abandonar nunca el templo, mirando con ojos hambrientos todo lo que va a ofrecer el verano, una vez que el alumno ha demostrado al maestro cuál es su verdadera capacidad.

Nono Granero

“La Luz (a ti debida)” Exposición Final de Curso del Alumnado de la Escuela de Artes Plásticas y Diseño “Casa de las Torres” Hospital de Santiago. Sala Pintor Elbo.Úbeda, del 2 al 18 de Junio de 2010.

lunes, 7 de junio de 2010

Romanza para pájaros.


Iba el trovador brincando por el camino, despreocupado y feliz, cantando maravillas. Pasó cerca de palacio, se asomó la reina Catalina a la ventana y se quedó prendada de sus encantos musicales. Llamole, “chsss buen mozo” y prometiole una vida de lujos si se convertía en su amante y le alegraba los bajos con sus romancillos, mientras el rey andaba ausente en mil batallas. Negose el trovador a tan pérfidas proposiciones y ella, despechada, lo mandó a la mazmorra. Permaneció el trovador trovando en la prisión durante meses y la reina escurriéndose en el trono con los lamentos que le llegaban del cautivo: “¡Ahí te pudras, ...ay!” Regresado el rey de la guerra oyó cantar al trovador y preguntó quién era el reo que tan bien cantaba. “Un juglar infame y violento” dijo ella. “Quien así canta, a fe que no puede ser salvaje y perdonada tiene de por vida cualquier bellaquería que cometiese”, contestó el rey. Y ordenó que lo liberaran y que se pusiera a cantar de inmediato en su presencia. Tan maravillado quedó el monarca de la tonadilla del rapsoda que lo nombró juglar de la corte, alcanzando fama y gloria en el reino entero y también su más alta confianza. Muy temerosa la reina Catalina de que, con tanta confidencia, el cantarín le cantara al rey sus deslices de cama, lo buscó una noche mientras dormía, le rebanó el cuello y arrojó su cuerpo a los cerdos. “Ah, marchose el juglar”, dijo la reina al rey por la mañana. A él le extrañó que el joven se marchara sin despedirse, tan amigos como habían sido y pensó que, para irse así, mucho debía de añorar su vieja vida de caminante. Pero dos días después las pocilgas del palacio estallaron en notas espléndidas y los cerdos, que se habían comido el cuerpo del juglar, cantaron maravillas y corearon un estribillo pegadizo que decía “asesina la cochina”. Muy temerosa la reina de que los cerdos acabaran delatándola, los mató a todos y de este modo, en el palacio, criados y nobles, soldadesca y clero, comieron tocinos y morcillas. De inmediato todos cantaron maravillas y otro interesante estribillo que decía “asesina catalina”. La reina, acorralada, y sobre todo harta de canciones, se arrojó desde la más alta torre estampándose como bemol sobre cuartilla. El rey que cerdo no comió, ni cantó ni supo, permaneció siempre ignorante de las cosas, como tonto, esperando el regreso de los pájaros. ___________ Luis Foronda. _________________________ Dibujo de Nono Granero.-