miércoles, 20 de octubre de 2010

Fantasía, dibujo y realidad

Comencemos esta nueva temporada con un sencillo experimento de creación de formas, como corresponde a esta Balda del Arte: Tómese por los extremos una cinta de cartulina rectangular. Gírese una de las manos 180º y únanse los bordes de la tira. Obtendremos un objeto muy particular que se conoce como banda de Moebius, y que tiene la particularidad de no tener más que una cara, aunque parezca lo contrario.

Para comprobarlo, pasen el dedo recorriendo la superficie y se darán cuenta de que no encontrarán obstáculos para seguir haciéndolo de aquí a Navidad, a no ser el hambre de las dos de la tarde o una contractura provocada por el movimiento incesante.

¿Arte, entonces, o matemáticas? Dejemos a August, el matemático, y quedémonos con el artista para comentar una exposición que no veremos: la que se inauguró el 10 de Octubre en París con el título , “Moebius-transe-forme” alrededor de la figura de Moebius.

Para quienes no lo conozcan aquí –en Francia es una institución-, lo presentaremos. Su nombre real es Jean Giraud. Es dibujante de cómics y algo más. Como Gir firma las obras de la serie “El Teniente Blueberry”, de corte clásico y aventurero, ambientadas en el salvaje oeste.

Pero es bajo el apodo de Moebius cuando descubrimos su trayectoria más personal. Inolvidables las colaboraciones con Alejandro Jodorowsky (“El Incal” es una obra maestra necesaria en cualquier biblioteca de aficionado al tebeo), y sus divagaciones más personales, a lomos de extravagantes personajes que deambulan explorando las viñetas casi al mismo tiempo en que son dibujados, como el Mayor Grubert, Arzak, e incluso él mismo.

Con Moebius, descubrí en las páginas de Metal Hurlant, que se publicaba en los años 80 en España, cuando las revistas de cómics estaban en estimulante ebullición, verdades que ahora parecen obvias: que el cómic es –probablemente junto con el títere- uno de los espacios de creación que mayor número de influencias y disciplinas puede recoger de un solo golpe de cubilete. Pero también que el artista –y vaya si lo es Moebius-, ha de poseer coraje y desprejuicio, valentía y descaro parejos a su pericia, sus ideas y su técnica.

Viendo a John Difool cambiar de aspecto de una viñeta a otra, no sólo por efecto de las perspectivas o los ángulos, sino por el manejo inagotable y variado de soluciones gráficas, uno se daba cuenta de lo importante de la forma para conseguir una función expresiva concreta. Y en sus líneas incansables, en sus tramas siempre constructivas, emergían las figuras de un mundo nuevo, futuro y posible, como plantas espeluznantes creciendo desmesuradamente en un desierto de soles multiplicados.

Y en mitad de ese dibujo orgánico, vibrante y carnal, aparecían trazos de una limpieza geométrica, reflejos fríos de recta limpia y quebrada, que provocaban por contraste sensaciones pseudomísticas en mitad de la lectura.

Hoy, casi todos los tebeos han cambiado de nombre y prefieren el término más serio de “novela gráfica”. Y yo no digo que esté mal elegido. Pero viendo cómo pesa sobre los autores, y, en particular, sobre unas historias que no hacen sino girar en torno a lo cotidiano –aunque, por otra parte, quizá sean necesarios en estos tiempos los ojos de un autor para ver la verdad de lo que ocurre a nuestro alrededor-, yo disfruto con placer los devaneos de Moebius .

Porque aunque parezca, como la cinta, tener dos caras, aprovecha la de su inagotable fantasía para hablar, en el mismo recorrido, de esa búsqueda de uno mismo a que se enfrentan juntos en cualquier obra, sea del género que sea, público y autor.

Nono Granero

“Moebius-transe-forme”. París, Fundación Cartier para el Arte Contempóraneo.

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