domingo, 7 de noviembre de 2010

La Materia del Arte

Hablando el otro día sobre Alfonso X el Sabio, me vino a la cabeza una de las historias que, en sus Cantigas de Santa María, se cuentan acerca de un milagro con pintor incluído.

Estando el buen hombre subido a un andamio, pintando una imagen de Nuestra Señora, vino el Diablo y, como le gustan menos esas imágenes que tomar la sopa fría, no tuvo otra ocurrencia que dar al traste con toda la estructura, para que el creador se diese un sopapo que le quitase las ganas de andar dibujando santos.

Pero he aquí que, nada más perder pie, el pintor lanzó los brazos hacia arriba y encontró que la imagen misma que pintaba le sostenía, impidiendo que diese con sus huesos en el suelo, y añadiendo, de paso, una página preciosa al libro de las Cantigas.

Comentando esta ilustración, dice Philip Ball en “La invención del color”: “escenas como ésta ilustran la creencia de que un icono o cuadro bien hecho poseía una verdadera eficacia religiosa” Y añade como colofón: “El uso de materiales preciosos, como el oro o el ultramar […] no revela solamente el deseo de manifestar piedad sin reparar en gastos, sino la esperanza de incrementar así la potencia sobrenatural de la obra”.

Viene todo esto a cuento de una exposición que termina sus días este fin de semana. Porque el Arte, hoy, deja atrás los márgenes impuestos por la consideración de un material considerado noble frente a otro más humilde. Y cualquier objeto o sustancia puede elevarse a la concepción de componente artístico.

A partir de lo dicho, podríamos preguntarnos entonces, dónde radica la clave para hacer que materiales con un significado previo sean capaces de adquirir una dimensión diferente? ¿Con qué herramientas –una vez abandonados los pinceles-, puede conseguirse la efectividad artística que les dé, en palabras de Ball, potencia sobrenatural?

Una de esas herramientas, la que hoy nos interesa, es la repetición.

Nosotros, los seres humanos, estamos preparados para ella. La buscamos desde pequeños: en los cuentos acumulativos, en la reiteración de un sonido o de un lanzamiento. Repetir es entender, es crear estructuras para la memoria y para el conocimiento.

Lo corroboro escuchando en la radio una canción: “que si la falda es larga/ que si la falda es corta/ que si la tela es mucha/ que si la tela es poca/…”

O sea, ritmo y rima al servicio de una idea.

Pero no basta con eso. Y es ahí donde más me ha sorprendido la obra de Ramón Garrido, a quien le conocía otras propuestas más conceptuales.

Porque no sólo rescata, acumula y suma, sin más, objetos usados o encontrados, sino que los yuxtapone para, rima, rimando, forjar nuevos poemas haciéndonos olvidar –y ahí radica el interés de la propuesta- , lo que eran antes.

Jugosísimos resultan por tanto los trabajos de la serie “Reiteraciones Significantes”, de los inicios maduros de su trabajo, tanto como las últimas composiciones amarillas del proyecto “Tiempo de Crisis”. La madera, los clavos, los hilos, los sujeta pábilos de las velas (que no sé cómo se llaman exactamente), las etiquetas llamativas para las ofertas y hasta las latas de aceite se transforman en ciudades, cuerpos y, en un zoom sutil que busca ahondar en lo humano desde lo que desechamos, hasta en pieles dulces construidas con acero, o en sencillos poemas que se elevan deprisa para caer lentamente hasta el suelo.

Coger lo conocido y llevarnos hasta lo desconocido. Ése es el marco sin límite en que se mueve el buen trabajo artístico.

Y ahí es donde radica el verdadero milagro que nos proporciona el arte.

Nono Granero

Pens ar, Cre er , Sent ir (verbos en infinitivo)". Exposición de Ramón Garrido Martínez en la Sala Pintor Elbo del Hospital de Santiago de Úbeda.

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