domingo, 7 de noviembre de 2010

El poder de la mente.

En el bar “La Golondrina”, ese templo de la filosofía, Marianito Rojas y Pepe Malogre, hablan acodados como siempre sobre la barra, con los ojos perdidos, puestos, tal vez, en alguno de los calendarios de la pared. Una lluvia mansa cae detrás de la cristalera. Marianito Rojas dice: “Tío, últimamente ando obsesionado con esto del poder mental”. Y Pepe Malogre, después de unos eternos segundos rumiando sus palabras le pregunta que qué coño es eso del poder mental. “Sí tío, - le responde Marianito- , que desde hace un tiempo muevo los objetos con la mirada”. Pepe Malogre ni responde, pero Marianito explica: “Abro las puertas y las ventanas, muevo las nubes del cielo, dirijo las gotas de lluvia hacia mi cara, modulo las ráfagas de aire que me arrullan, desprendo las hojas de los árboles que piso, guío al sol por el cielo desde oriente a occidente, pongo la luna, muevo a mi antojo las agujas del reloj”.
Pepe Malogre mastica el palillo que tiene entre los dientes, farfulla sílabas nebulosas y remata con un “No me jodas, tronco, que no estoy yo hoy para tonterías. Tú eres idiota”. Y Marianito Rojas, enfadado, gira la cabeza hacia Pepe Malogre, lo mira fijamente y el malafollá se cae del taburete. Se queda Pepe Malogre tirado en el suelo y Marianito Rojas, tras pagar la cuenta, sale. Mira al cielo, cierra los ojos, aspira profundamente y sonríe. Sale el sol y deja de llover. Camina tranquilo por la acera de la calle Ancha y parece que el tiempo se hubiera detenido.
Así es: Pepe Malogre se incorpora sacudiéndose la ropa y se mira el reloj. “Caramba. – exclama – Si no son ni las doce. ¡Mozo, ponte otra copa, que todavía es pronto!”. ______________________________ Luis Foronda. Dibujo de Nono Granero.

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