Los del equipo juvenil del Balompédica Fútbol Club hicimos historia en la liga provincial ganando el trofeo de la Diputación del año 1977 gracias a un golazo por toda la escuadra de nuestro delantero centro Miguelón Uceda. Tenía Miguelón un perfecto toque de balón, un extraordinario cambio de ritmo y una fuerza descomunal con la zurda. Tenía Miguelón una forma única de zafarse de los defensas y de presentarse solo delante del portero. Tenía Miguelón diecisiete años y una medio-novia que a todos nos gustaba mucho, que se llamaba Anita y que venía a reírse de nuestras piernas de palillo en los entrenamientos. Tenía Anita su casa cerca del campo de tierra donde entrenábamos y Miguelón un chut tan formidable que la pelota acababa fuera del terreno de juego, más allá de la valla, justo en el patio de la casa de Anita, de la que salía furioso su padre don Severo, quien, navaja en mano, tomaba la pelota y la rajaba de medio a medio, sin mediar palabra. Anita, para qué engañarnos, venía a buscar a Miguelón, lo esperaba y se iba con él. Tenía Anita que andarse con cautela, porque su padre, don Severo, era varón de costumbres recias, inclemente vigilante de la moral, ferviente hombre de iglesia y enemigo de indecencias, de escándalos y sobretodo de esas cosas con hormonas en las que todos los males confluyen: los adolescentes.
Eran Miguelón y Anita …tan adolescentes, tan llenos de hormonas, que se ve que con la euforia de la victoria del 77, tras terminar el partido, organizaron su propio encuentro y jugaron bien y mucho. Cuando don Severo se enteró del “penalti” de Miguelón, montó a la preñada Anita en un avión y se plantó tan santamente con ella en una clínica abortista de Londres. Tras el desinfle del balón, Anita estuvo mucho tiempo fuera de juego. Miguelón Uceda siguió lanzando sus chuts, como botellas al mar, y una de las veces en que la pelota superó la valla, fue a buscarla y ya no regresó nunca. Algunos dicen que don Severo sacó su navaja y lo rajó como a la pelota, otros que cansado de esperar a Anita colgó las botas y se hizo vagabundo, otros que fue secuestrado por un cazatalentos extranjero y convertido en estrella futbolística. Quién sabe. Nueve años después, don Severo se hizo muy rico con el pelotazo inmobiliario y Anita posó en pelotas para el Interviú. Nueve años después, en el mundial de México de 1986, un tal Nasko Sirakov, jugador de Bulgaria, en su partido contra Italia, tomó el balón, cambió de ritmo, corrió por el centro del campo, se zafó de la defensa, se plantó delante del portero, gritó “¡¡¡ Balonpédikka !!” ...y lanzó un chut tan potente con la zurda que la pelota se elevó y se elevó y se perdió por encima de las altísimas vallas del Estadio Azteca. __________
Luis Foronda. ______________________ Dibujo de Nono Granero.
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