sábado, 21 de noviembre de 2009

La otra mano del dibujante

En las tardes calurosas del verano, buscando el fresco de las plantas bajas en los cortijos solaneros entraban las largas (como diría mi suegro), arrastrándose sigilosas. Y aprovechando la siesta, se acercaban a las cunas para meter su cola en la boca de los recién nacidos a modo de chupete, por si la criatura se despertaba, mientras aproximaba su lengua bífida al pezón sonrosado de la madre amodorrada, robando así la leche para sí.
¿Y esto, a qué viene- se preguntará el oyente- si no estamos en la sección de cuentos? Pues viene al hilo de una conversación que manteníamos Luis y yo al terminar el programa pasado, acerca de lo difícil que es a veces condensar en poco espacio lo que uno quiere decir, lo que uno quiere narrar.
A mí –reconocía- me suele pasar con frecuencia, y más cuando quiero reducir al tiempo escueto de un comentario de radio la fascinación que siento por alguno de los artistas que nos visitan este año desde las baldas de nuestra Librería. Así por ejemplo, conocíamos el otro día a Juan Soriano, y lo conocíamos poco. Porque únicamente tuvimos acceso a esa parte empecinada y a veces oculta del artista que se pelea, se despeina y suda en busca de una perfección que a nosotros, como espectadores, a veces nos cuesta percibir.
Pero el dibujo de Juan Soriano tiene otras caras, que también resulta interesante conocer.
Porque el dibujo, así, en general, es a menudo búsqueda y tanteo, ensayo, preparación y estudio. Es el parque en el que juega el artista, como un cachorro de depredador, a perseguir, derribar y capturar lo que nos rodea y nos alimenta.
Pero también es como un hilo negro en manos de la segunda Parca, y teje entonces historias precisas construidas a base de imágenes fuertes, como la que daba inicio a este comentario.
Es entonces el dibujo, en las manos maduras de Juan Soriano, como un animal sencillo que convive con nosotros y nos contagia un modo de comprender el mundo mientras se ofrece como mediador para acercarnos a él.
Desde aquí os animo a conocerlo. Porque con su limpieza y su exquisitez, estos dibujos son lo más parecido a encontrar una rosa explotando de rojo en pleno mes de Noviembre. Es decir: son algo impensable, pero incontestable.
Nono Granero
AMIGO ENIGMA. Los dibujos de Juan Soriano. Orlando GONZÁLEZ ESTEVA. Ave del Paraíso Ediciones. Madrid, 2000.

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