
Don José, maestro de matemáticas, intentaba cada día abrir nuestras cabezotas infantiles con conceptos numéricos de incomprensible belleza. Por eso, cuando Paquito Robles, levantó la mano y le preguntó: “Maestro, ¿Qué es el infinito?”, el bueno de don José se quedó un instante con la mirada perdida, cogió luego una tiza y apoyó su punta en un extremo de la pizarra. Contestó: “Mirad, el infinito es esto”. Y empezó a trazar una línea recta, por todo el encerado. Cuando llegó al otro extremo de la pizarra siguió trazando la línea blanca por la pared de la clase y cuando la completó, salió por la puerta sin despegar la tiza, a lo largo del pasillo, hasta alcanzar la calle. Y así, a través de la ventana, lo vimos perderse detrás de una esquina. A Paquito Robles, a mi mismo, nos hubiera gustado que don José, aunque lo queríamos mucho, no hubiera regresado nunca, porque eso le habría proporcionado un final fantástico a la historia. Sin embargo, al cabo de diez minutos, don José volvió a aparecer por la puerta de nuestra clase, profundamente abatido. Nos miró a todos y luego sentenció con un dejo de melancolía: “Niños, el infinito es mentira, el infinito termina justo cuando se acaba la tiza”. _________________________
Luis Foronda .- Dibujo: Nono Granero.
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