lunes, 21 de marzo de 2011

Niña.

Cuentan que Nicolás Verlet regresó tuerto de la guerra. Un año después su mujer dio a luz a una niña. Desde la cuna la niñita le miraba la cuenca vacía y después el parche que se puso, así que Nicolás Verlet, temiendo su rechazo, visitó al cristalero y le encargó que le hiciera un ojo de cristal. Cuando la bola estuvo torneada y pulida, Nicolás Verlet rellenó con ella el hueco ajado, se fue a la cuna de su niña y ella sonrió.
A los pocos días, Nicolás Verlet comprobó que el ojo de cristal tenía un atributo mágico. Si cerraba el ojo sano y sólo miraba a través del ojo de vidrio se adentraba, sin saber cómo, en un mundo de fantasía, lugar de personajes mitológicos, de sueños sin pesadilla, de ilusiones sin espejismos, de notas sin oídos, de cuentos sin bocas, lugar de asombro, maravilla. Así que, cuando la niña anduvo, él la tomaba de la mano, cerraba el ojo bueno , miraba con el ojo de cristal y caminaban juntos a ese lugar maravilloso del que volvían a la hora de la cena. Pasaron los años, la niña creció, se convirtió en una joven hermosa y un día se le soltó de la mano, se perdió y ya no volvió. Nicolás Verlet desesperado, la buscó mirando con su ojo de cristal, convencido de que la hallaría en el mundo fantástico a donde le gustaba ir de niña, pero no la encontró. Cerró entonces su ojo de cristal y miró con su ojo sano. Buscó, rebuscó, se adentró en las cloacas de la realidad y la hayó muerta. La recogió, la llevó a su casa, puso en su mano el ojo de cristal y la enterró. Luego se arrancó el ojo sano y se lo arrojó a los perros.
Luis Foronda.
Dibujo de Nono Granero.

4 comentarios:

  1. ¡Impresionante! Que arte para encerrar y transmitir un drma tan tremendo en tan pocas lineas.
    Un fuerte abrazo para el escribidor y para el dibujador
    Mariana

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  2. Cuanta felicidad cuando nuestros hijos son pequeños y cuanto desamparo cuando crecen y se sueltan de nuestra mano. Genial.

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  3. POBRE NICOLÁS , CIEGO Y SIN HIJA.

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