miércoles, 2 de junio de 2010

La vida útil

Podríamos comenzar recordando el inicio de Trainspotting: Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor... etc.

Trabajar, ganarse la vida, cumplir las obligaciones, prepararnos...

Hace años, en un articulito que perdí, escribía Fernando Savater que, normalmente, el espacio para lo que nos interesa, el hueco necesario para con nosotros mismos, sólo se podía encontrar a contratiempo. Para lo demás, para lo útil que inunda y justifica la rutina voraz del día a día, no hay que batallar, porque aparece solo. Pero para conquistar pequeños ratos en los que dejarnos crecer al sol, como tiernas plantas verdes pertenecientes a un mundo de suelo sin asfaltos, se necesita intención, esfuerzo y valor.

Y es que somos así: buscamos una cierta utilidad rentable, programados para ello por un principo de economía y ahorro que viene ya de fábrica entre los pliegues de nuestro cerebro. Seleccionamos lo que vemos con rapidez, dando de lado a lo que no sea significativo para eludir un obstáculo o interpretar una intención.

Sin embargo, quizá para compensar, necesitamos el baile, la música, las artes. Necesitamos dedicar un tiempo a esas actividades que, desde ese punto de vista utilitario, parecen absurdas.

Nosotros, desde esta Librería, intentamos apostar por esos otros modos que se nos antojan oxígenos y estanques en los que tomar aire y nadar. Porque sabemos que la vida no está completa sin otros puntos de vista, sin una atención pausada que dé respiro y nos deje paladear una comida que es algo más que alimento. Porque somos conscientes de que una actitud estética favorece la capacidad de recrear nuestro entorno conformándolo con valores adicionales.

A mí me ayuda a hacerlo, invitándome cada día a mirar distinto y a intentar comprender opciones diferentes e intereses variopintos un grupo de personas unidas en un Taller por una pasión común: aprender a pintar. Y por eso quiero darles las gracias hoy desde aquí.

Porque entre todos nos vamos dando cuenta de que quien se acerca a un lienzo no sólo construye una obra; no sólo elabora un adorno para sus días; no sólo se relaja o se entretiene en un rato único en el que quedan fuera las preocupaciones cotidianas, sino que también modifica esa misma cotidianeidad.

La transforma porque, en realidad, se transforma a sí mismo. Y aprende a comprender, a interpretar, a modificar, a rehacer. Aprende a gestionar proyectos, a diferenciar lo que ve, a utilizar la memoria visual reconociendo versos en imágenes, a desarrollar su capacidad de apoyar una decisión, de elegir un color. Y al hacerlo, abre puertas nuevas, también para quienes se hallan alrededor.

Y si Cézanne nos descubría la Montaña de Saint-Victoire, Mª Ángeles nos hace detenernos en los paisajes que tenemos más cerca y que a veces obviamos, del mismo modo en que Mariana nos lleva a conocer plantas y entornos de nuestras tierras o Paqui Ruiz abre horizontes, salpimentando nuestros otoños de verde perpetuo con matices desconocidos de fuego. Y Fina nos trastoca la mirada de la costumbre, proponiendo basculamientos para lo que eran habituales panorámicas. Mientras, Paqui Rodríguez o Petri apuestan por lo pintoresco encontrado en las calles en lugar de en los campos.

Y si, al pensar en un nenúfar, nos parece que el único modo de abordar el tema remite a un cuadro deshilachado de Monet vendrá Pilà para ofrecernos otras posibilidades de porcelana pulida. Y, mirando alrededor en lo pequeño, encontraremos texturas nuevas y vida contenida en las diminutas flores y los ácidos frutos ampliados por la mano de Mª Carmen, de Loren, de Araceli o de Paqui Unión.

Hay también quien quiere valientemente medirse con las hábiles manos de quienes llegaron más lejos, y juegan así el papel de intermediarios que favorecen nuestra comprensión de los maestros, como Alfonsa, Mari, Cristina, Luisa, Rosario, Antonia o Miguel Ángel. O quien prefiere buscar, como Antonio, imágenes propias; o quien acomete la imagen de sus propios ojos, como Paqui Cobo; o quien domeña las texturas imponiendo un modo grueso para unificar las obras, como Tere; o quien construye carnaciones con la meticulosa pulcritud de quien otorga una vida valiosa, como Toni o Isa...

Alguien podrá pensar que la actividad que desarrolla un taller como éste de pintura aficionada es menor. Pero 24 personas vemos cada día el mundo un poquito más interesante y variado, y lo hacemos también más rico para quienes nos acompañan.

Y no se me ocurre mejor finalidad para la tarea artística.

Nono Granero

(Por cierto: algunas de las obras que podéis ver arriba no están terminadas del todo. Aún así, ¿a que es un placer ver cómo se van armando?)

2 comentarios:

  1. Mariana Martínez2 de junio de 2010, 9:08

    Desde la otra parte, desde la parte de alumna de ese maravilloso Taller, tengo que darle las gracias a Nono por el respeto con el que se aproxima a nuestras obras y a nuestras opiniones por la personalización que tiene en cuenta en cada comentario, por enseñarnos a descubrir las trampas que nos tiende la mirada hbitual hacia las cosas, por haber creado un ambiente en el Taller que favorece la concentración y el trabajo minucioso, sin prisas.
    Gracias Nono

    ResponderEliminar
  2. gracias maestro, gracias, gracias

    ResponderEliminar