...Y después fueron llegando otros vampiros terribles: los videojuegos, las consolas, el ordenador… y la cerveza.
________________________ Luis Foronda____________ Dibujo de Nono Granero.
Todos los sábados de 1 a 2 de la tarde en RADIO ÚBEDA - CADENA SER (En el 101.5 de FM ó en www.radioubeda.net) Dirigido y presentado por Luis Foronda.
En el segundo volumen de la obra de Jodorowsky y Bess “El Lama Blanco”, el pequeño Gabriel Marpa, que está siendo educado por un enorme monje budista llamado Tzu, debe resolver un enigma.
Tzu clava un cuchillo en el suelo, que representa a un monje y, alrededor de él, traza un círculo, que simulará su templo. Rodeando éste, coloca un puñado de maderas que figuran sapos.
“Si el monje sale –dice Tzu-, los sapos entran y lo ensucian todo... ¿Cuándo entran los sapos en el templo?”-termina preguntándole. Y cada vez que Gabriel falla en su respuesta, le da un bastonazo.
Finalmente, el chico da con la solución y, abalanzándose sobre su maestro, lo vence al tiempo que grita: “¡Los sapos no entran jamás en el templo porque el monje no lo abandona jamás!” En realidad, están hablando acerca de la atención que debe tener un guerrero: Siempre ha de estar listo porque sabe que, de relajarla, perderá la batalla.
Y yo he recordado esta historia después de ver la exposición de alumnos y alumnas de la Escuela de Artes Plásticas y Diseño “Casa de las Torres” de Úbeda, que estos días contiene la sala azul del Hospital de Santiago.
En torno a un tema común –un gran acierto por parte del equipo de docentes de la Escuela, ese saber proponer vínculos para desarrollar trabajos que, al unirse, muestren las infinitas posibilidades de cualquier propuesta-, cada disciplina específica de las impartidas en el centro ha buscado el modo de plantear obras y ejercicios que estudiasen la Luz.
Y el resultado entusiasma. Porque en base a ese compromiso común, se disparan las ideas y se aprecian mejor las variantes. Y los alumnos y las alumnas descubren el valor plástico de una sombra y, viajando en sus lomos, son capaces de llevarnos a vivir a lugares lejanos en casas diseñadas específicamente para la ocasión. O construyen poemas físicos y congelan instantes a la luz colgante de una bombilla. O escarban en lienzos negros y nocturnos para descubrir iluminando cómo se articula una figura o se exhibe –tímidamente- un grupo de monstruos.
Sumando acierto al acierto, la mayoría de las obras trabajan tomando como punto de partida –como, por otra parte, debe hacer siempre cualquiera que aspire a producir arte-, el entorno más cercano: compañeros y compañeras que prestan sus cuerpos como soportes para construir las esculturas; que ofrecen su imagen y sus movimientos a las cámaras; o que confrontan sus modos de hacer, tan diferentes como sus rostros. O que descubren, más allá de las paredes sólidas de su edificio, la propia luz que los envuelve.
Y sobrevolándolo todo, una alegría juvenil que se confunde con la que es inherente a la creación. Una coherencia y una fe en los proyectos que recorren las obras de la sala dándoles a todas una vibración eléctrica que empuja a ir de una a otra en alas de entusiasmo. Una apuesta por el trabajo artístico que viene determinada por la capacidad demostrada de encarar problemas concretos, de buscar soluciones propias, de desarrollar proyectos bien articulados.
Es una exposición, como hemos dicho, de fin de curso: Han llegado, después de nueve meses de trabajo, a un más que merecido descanso.
Pero es también un momento crucial. Si de verdad caló el aprendizaje, lo que se abre con el tiempo de ocio que asoma no es sino una oportunidad mayor para la mejora y la profundización en el juego del arte. Una oportunidad de buscar más allá de la presión de una nota, porque, como ya hemos comentado en alguna ocasión, el verdadero artista siempre tiene preparada una pregunta más. Y ya lo decía Brancusi, tan entusiasmado como deben estarlo quienes prepararon esta muestra: -“Sé artista. No dudes y lo conseguirás: Crear como un dios, mandar como un rey, trabajar como un esclavo.”
Y no abandonar nunca el templo, mirando con ojos hambrientos todo lo que va a ofrecer el verano, una vez que el alumno ha demostrado al maestro cuál es su verdadera capacidad.
Nono Granero
“La Luz (a ti debida)” Exposición Final de Curso del Alumnado de la Escuela de Artes Plásticas y Diseño “Casa de las Torres” Hospital de Santiago. Sala Pintor Elbo.Úbeda, del 2 al 18 de Junio de 2010.
Podríamos comenzar recordando el inicio de Trainspotting: Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor... etc.
Trabajar, ganarse la vida, cumplir las obligaciones, prepararnos...
Hace años, en un articulito que perdí, escribía Fernando Savater que, normalmente, el espacio para lo que nos interesa, el hueco necesario para con nosotros mismos, sólo se podía encontrar a contratiempo. Para lo demás, para lo útil que inunda y justifica la rutina voraz del día a día, no hay que batallar, porque aparece solo. Pero para conquistar pequeños ratos en los que dejarnos crecer al sol, como tiernas plantas verdes pertenecientes a un mundo de suelo sin asfaltos, se necesita intención, esfuerzo y valor.
Y es que somos así: buscamos una cierta utilidad rentable, programados para ello por un principo de economía y ahorro que viene ya de fábrica entre los pliegues de nuestro cerebro. Seleccionamos lo que vemos con rapidez, dando de lado a lo que no sea significativo para eludir un obstáculo o interpretar una intención.
Sin embargo, quizá para compensar, necesitamos el baile, la música, las artes. Necesitamos dedicar un tiempo a esas actividades que, desde ese punto de vista utilitario, parecen absurdas.
Nosotros, desde esta Librería, intentamos apostar por esos otros modos que se nos antojan oxígenos y estanques en los que tomar aire y nadar. Porque sabemos que la vida no está completa sin otros puntos de vista, sin una atención pausada que dé respiro y nos deje paladear una comida que es algo más que alimento. Porque somos conscientes de que una actitud estética favorece la capacidad de recrear nuestro entorno conformándolo con valores adicionales.
A mí me ayuda a hacerlo, invitándome cada día a mirar distinto y a intentar comprender opciones diferentes e intereses variopintos un grupo de personas unidas en un Taller por una pasión común: aprender a pintar. Y por eso quiero darles las gracias hoy desde aquí.
Porque entre todos nos vamos dando cuenta de que quien se acerca a un lienzo no sólo construye una obra; no sólo elabora un adorno para sus días; no sólo se relaja o se entretiene en un rato único en el que quedan fuera las preocupaciones cotidianas, sino que también modifica esa misma cotidianeidad.
La transforma porque, en realidad, se transforma a sí mismo. Y aprende a comprender, a interpretar, a modificar, a rehacer. Aprende a gestionar proyectos, a diferenciar lo que ve, a utilizar la memoria visual reconociendo versos en imágenes, a desarrollar su capacidad de apoyar una decisión, de elegir un color. Y al hacerlo, abre puertas nuevas, también para quienes se hallan alrededor.
Y si Cézanne nos descubría la Montaña de Saint-Victoire, Mª Ángeles nos hace detenernos en los paisajes que tenemos más cerca y que a veces obviamos, del mismo modo en que Mariana nos lleva a conocer plantas y entornos de nuestras tierras o Paqui Ruiz abre horizontes, salpimentando nuestros otoños de verde perpetuo con matices desconocidos de fuego. Y Fina nos trastoca la mirada de la costumbre, proponiendo basculamientos para lo que eran habituales panorámicas. Mientras, Paqui Rodríguez o Petri apuestan por lo pintoresco encontrado en las calles en lugar de en los campos.
Y si, al pensar en un nenúfar, nos parece que el único modo de abordar el tema remite a un cuadro deshilachado de Monet vendrá Pilà para ofrecernos otras posibilidades de porcelana pulida. Y, mirando alrededor en lo pequeño, encontraremos texturas nuevas y vida contenida en las diminutas flores y los ácidos frutos ampliados por la mano de Mª Carmen, de Loren, de Araceli o de Paqui Unión.
Hay también quien quiere valientemente medirse con las hábiles manos de quienes llegaron más lejos, y juegan así el papel de intermediarios que favorecen nuestra comprensión de los maestros, como Alfonsa, Mari, Cristina, Luisa, Rosario, Antonia o Miguel Ángel. O quien prefiere buscar, como Antonio, imágenes propias; o quien acomete la imagen de sus propios ojos, como Paqui Cobo; o quien domeña las texturas imponiendo un modo grueso para unificar las obras, como Tere; o quien construye carnaciones con la meticulosa pulcritud de quien otorga una vida valiosa, como Toni o Isa...
Alguien podrá pensar que la actividad que desarrolla un taller como éste de pintura aficionada es menor. Pero 24 personas vemos cada día el mundo un poquito más interesante y variado, y lo hacemos también más rico para quienes nos acompañan.
Y no se me ocurre mejor finalidad para la tarea artística.
Nono Granero