jueves, 29 de octubre de 2009

Basilio

La sección de ERNESTO VELA de la última semana estuvo dedicada al cantante panameño BASILIO, que falleció en Miami el día 11 de Octubre pasado y a una de sus más conocidas canciones: "Cisne cuello negro, cisne cuello blanco"

Notas para un Periplo Afortunado

En días de otoño como éstos, ventosos, inquietos y desapacibles, me gusta mirar al cielo al atardecer. Suele aparecer azul, limpio por el paso constante de nubes húmedas que parecen sacar brillo a su enorme superficie. Esas nubes que no dejan de ir y venir, de asomar por un lado y esconderse por el opuesto después de encogerse sobre sí mismas, de retorcerse, desgajarse, embeberse y volver a juntarse para crecer de nuevo, son precisamente las que hacen la visión interesante. Porque con cada evolución parecen amenazar la estabilidad de espejo de ese fondo azul. Y cada jirón aporta un acento, un foco de tensión nuevo cuando aparece. Entonces baja un poco el sol, y lo que era ligero se vuelve denso y lo que parecía agradable, se viste de sombra y se carga de amenaza. En días de otoño como estos, uno mira al cielo y encuentra historias que no necesitan de lenguaje conocido. Suceden los hechos sin que aparezcan palabras y en esos enfrentamientos y en esas carreras y tránsitos, cruzamos de lo vacío a lo lleno y de lo yermo a lo abruptamente ocupado. Asistimos, simplemente levantando un poco la cabeza, a acciones que se orquestan líquidamente en esa pantalla celeste y que pasan en segundos lentos de lo lírico a lo épico, de lo épico a lo dramático, y, a veces concluyen, como en una película o en un cuento, al llegar al reposo que da la acción consumada. Pero hay también días de otoño que no se mueven. El sol está cerca de nosotros y pica si queremos jugar con él, pero no ocurre nada más. El fondo del cielo no es entonces escenario, sino telón que impide ver lo que quizá ocurra detrás. En esos días, las historias, los estímulos para la reflexión o el goce, pueden encontrarse, como ocurre a lo largo de este mes, en otro lugar. Por eso volvemos a visitar la muestra “Exégesis de un Naufragio Continuo”, que cuelga Pedro Arias “Peris” en las paredes de la sala Pintor Elbo del Centro Cultural Hospital de Santiago de Úbeda. Porque con la misma despreocupación por imágenes excesivamente concretas, podemos enfrentar el desgarro, la búsqueda, el deseo y el fracaso, armados sobriamente con las armas propias del pintor en las superficies vibrantes de sus lienzos. Y como en el cielo de que hablábamos más arriba, encontramos ásperos trazos que cambian esa superficie temblorosa, que hieren unas olas hechas de pintura restregada y que desequilibran en su camino tanto la obra en la que se encuentran como los ojos de quien las mira. Salpica la pintura sobre la tela como el salitre en los rostros cansados. Mientras, aparecen frágiles esquifes hechos de raspados nerviosos, y avanzan y retroceden gigantescas pinceladas como nubes que amenazan nuestra travesía. Y al mirar las obras nos sentimos pequeños contemplando ese vaivén de gestos en la pintura del Peris, que es capaz, con su modo de hacer, de transportarnos a un punto indefinido del océano, situándonos frente a un vacío compositivo amenazado similar al del mismo horizonte del mar. Decían los chinos que el Emperador tenía que ser tan impredecible como la Naturaleza, para que se le imaginara inexorable como ella. Pues bien: estas obras se arman a sí mismas frente a nuestros ojos del mismo modo ineludible en que se forman las olas, de la misma manera en que esas nubes que mencionábamos antes construyen historias inevitables sobre el cielo. Y la pintura de Peris nos sacude como si fuera una lluvia fortuita que nos pilló desprevenidos, mirando el vacío del cielo. Nono Granero

lunes, 26 de octubre de 2009

Historia introductoria del sábado 24 de Octubre

Una hora más. El hombre alarga el brazo y apaga el despertador. Bosteza un poco y abre los ojos. Se recoloca debajo de la manta y se da cuenta de que es domingo por la mañana y de que durante la madrugada han cambiado la hora y que en realidad es una menos de la que marca el reloj. Una hora extra, piensa, una hora que podría utilizar en ordenar su vida, en lavar las ideas, tal vez en ordenar los papeles del corazón, en limpiar el trastero de sus sueños o en pintar la puerta de su desazón. Una hora regalada por el calendario para dedicarla a algo útil. Útil de verdad. Una hora extra para ordenar la base de datos de sus sueños, priorizar los deseos en el disco duro, borrar los disgustos y grabar los gozos. Bosteza de nuevo y gira la cabeza…, ahí está ella, la chica hermosa, la chica de la tienda de informática a la que sedujo la noche anterior, la amante apenas conocida, durmiendo a su lado con una placidez de apremiante inocencia. Le acaricia la cabeza, y luego vierte sobre ella un reguero de arrumacos y de susurros, que la despiertan. Ella lo mira, sonríe y se deja arrastrar por la corriente. Una hora extra, piensa nuestro hombre, mientras se pierde en el vahído de vahos y de besos. Y después de una hora entera de optimizaciones binarias, se acoplan software y hardware sobre las sábanas, con emoticonos de sonrisas en las bocas. Luego la chica se levanta y nuestro hombre piensa en saltar definitivamente de la cama para ponerse a trabajar seriamente en su futuro, así que cierra los ojos y se queda dormido una hora más. -------------------------------------------- Luis Foronda.

RESUMEN DEL PROGRAMA DEL 24 Y 25 DE OCTUBRE

Sábado, 24 de Octubre Si algo bueno tiene este programa es que podemos mirar la belleza real que nos rodea en esta época del año, de contrastes lumínicos y colores cambiantes, con los ojos del arte, descubriendo que la belleza pintada proporciona el mismo placer que la real.¿o no? Decimos esto porque el sábado estuvimos contemplando la belleza de nuestra ciudad a través de la mirada especialísima de una joven pintora que durante estos días expone parte de su obra en la Galería DELAGUA, ella se llama Josefa Salas y con ella hablamos de sus cuadros y de su manera de ver el mundo, a través de los sentidos mágicamente "alterados" por la sinestesia. Pudimos apreciar también la realidad y la fantasía mezcladas sabiamente en los cuentos de la Asociación Malión. Vino a contarnos el cuento de la semana Pepe Ávalos, con el descubrimos "lo que hay antes de que no haya nada". Eli Hortelano nos recitó un poema dedicado a los relojes (por lo del cambio de hora), de Pablo Neruda. Como siempre tuvimos recomendaciones culturales y las canciones que nos gustan. Domingo, 25 de Octubre Empezamos el programa con un fragmento de la película “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, de Pedro Almodóvar. Es nuestro homenaje a la maravillosa Carmen Maura que este miércoles recibía en Madrid la Medalla de Oro del cine español. A partir de ese instante nos olvidamos de todos los ataques nerviosos y nos lanzamos a los océanos del arte, con Nono Granero y con Pedro Arias "Peris", que durante estos días expone su obra en el Hospital de Santiago, una exposición que lleva por título “Exégesis de un naufragio continuo”. Nono hizo un análisis de la obra expuesta y el autor habló sobre sus cuadros, sus impresiones del mundo del arte, su manera de pintar y de entender la pintura, su proceso creativo y su futuro como artista. Un ejemplo de lucidez y de autenticidad. Vinieron luego Ernesto Vela, con su canción para la vida. Homenaje al cantante Basilio (fallecido hace unos días), escuchamos "Cisne cuello negro, cisne cuello blanco". Y con un sentido homenaje terminamos: Javier Gordillo cocinó los platos de Joaquina, su tía, que acaba de morir y que, aparte de recetas maravillosas, nos ha dejado su intenso recuerdo y el estímulo para seguir disfrutando de las cosas buenas de la vida.

PARA ESCUCHAR EL PROGRAMA

Si quieres escuchar el último programa pincha aquí www.radioubeda.net

viernes, 23 de octubre de 2009

POEMA del 18 de OCTUBRE

ISABEL ABANTO. BIOGRAFÍA.Zaragoza (España), 1964. Licenciada en Filología Hispánica. Profesora de Educación Secundaria. Miembro de la A.P.P. Premios de poesía; Reina Amalia, (1994, menc.). Correo electrónico: iabanto@eresmas.com ESCAPARATES En los escaparates se ven, algunas veces, maniquíesque sueñan mientras exhiben la franqueza de sus vidas de plástico. Algunas veces, los escaparates son teatros del mundo donde se representa la agónica tragedia de la vida atrapada en el látex de sus cuerpos. A veces nos volvemos testigos de una revuelta armada oculta en la impostura de una expresión feliz. Desde un escaparate muchas veces nos declaran la guerra diabólicos muñecos insinuantes que obligan a rendirse para hallar un respiro en la conciencia.(2005)

HOLA DE NUEVO

Para los navegantes de la vida, el verano siempre ha tenido esa condición de mar sosegado por el que dirigimos sin prisa nuestro barco cargado de ilusiones, perdiéndonos en islas desiertas y en puertos llenos de desconocidos, ese mar en el que vivimos aventuras insólitas que muy pocos nos atreveríamos a contar. Pero de repente se echa el otoño, el cielo se nubla de un día para otro, el frío llega sin avisar, y uno siente la necesidad de volver a casa antes de que estalle la tormenta, la urgencia de recalar en el puerto definitivo, en ese del que partimos hace tiempo, en ese en donde sabemos que nos espera la realidad tan temida o tan deseada. Después de varios años dando vueltas por el mundo, Ulises Fernández vuelve a su casa un domingo por la mañana. Su mujer, Penélope García, que ha estado esperando su regreso todo el tiempo, ahora no lo reconoce y al verlo entrar, creyéndolo un extraño, descuelga el teléfono para avisar a la policía. Trasformado por los excesos de la vida errante, la apariencia de Ulises Fernández es en extremo distinta a la que antaño tuvo. Su perro, sin embargo, que milagrosamente ha vivido hasta ahora, mueve el rabo con alegría y emite ladridos amistosos. Por eso, cuando Ulises Fernández dice por fin: “Hola, de nuevo”, ella lo acaba reconociendo, cuelga el teléfono y se lanza a sus brazos como una loca. En un remolino de besos, ambos, Ulises y Penélope destejen telarañas y se lanzan en un frenético trabajo de llenar la casa vacía con sus voces duales y con su presencia par. En sus conversaciones de enamorados aparecen palabras de pasión y de deseo, de estaciones malgastadas por el paso desolado de los días. Después, consumidas las palabras aceleradas, llegan las recelosas conjeturas del tiempo calmado y las preguntas, ¿por qué te fuiste?. Ulises, responde “no hablemos de eso” y le cuenta las aventuras vividas en cientos de mares y en miles de puertos, las luchas a muerte con cíclopes vestidos de Armani y amores con sirenas desnudas de brisas. Luego, consumido el tiempo también de las preguntas, sólo quedan los silencios, con ellos los remordimientos y la culpa. Y llegado el otoño, cualquier domingo, apenas unas semanas después, Ulises Fernández, como un extraño, se derrumba en el sillón, frente a la tele y se mancha la barriga de cerveza, mientras mira el partido de fútbol con denodada apatía. Entonces el perro viene a morderle la pierna, ella descuelga el teléfono y avisa a la policía. En fin, es inútil regresar sobre lo que ha sido y ya no es. Pasará el invierno y tal vez, un día, nos hagamos de nuevo a la mar, para no volver. ------------- Luis Foronda.

lunes, 19 de octubre de 2009

Tatuaje

Tatuaje. Siendo aún muy joven, me enamoré de una muchacha que me gustaba mucho y tanto era el amor que sentía por ella, tan seguro de que duraría para siempre, que tatué su nombre en mi pecho. Pero ella me dejó enseguida. Así que mi siguiente novia la tuve que buscar con el mismo nombre que la anterior, más que nada para evitar malentendidos y suspicacias en el momento de descamisarme. Sin embargo, como había primado más el nombre que el afecto, la segunda novia también me dejó. Busqué una tercera y una cuarta y todas buscadas con el mismo nombre, por eludir complicaciones. Todas me fueron dejando de manera irremediable y rápida. Hace unas semanas, cumplidos los cuarenta, me enteré de que, hoy en día, los tatuajes, por muy antiguos y persistentes que sean, se pueden eliminar fácilmente con la simple friega de un líquido borrador que han inventado recientemente. Así lo he hecho, he eliminado el malévolo nombre de mi pecho, que ahora luce limpio de caligrafía. Me he buscado una nueva novia sin importarme su nombre, sólo sus labios y la forma de mirarme. Después de unas semanas hemos terminado en la cama. En el trasiego amoroso, he descubierto que en su hombro izquierdo lleva tatuado.. mi nombre. Cuando se ha dormido, me he levantado de la cama. Antes de irme para siempre, le he dejado el líquido borrador sobre la mesita de noche. Luis Foronda.