lunes, 19 de octubre de 2009

Tatuaje

Tatuaje. Siendo aún muy joven, me enamoré de una muchacha que me gustaba mucho y tanto era el amor que sentía por ella, tan seguro de que duraría para siempre, que tatué su nombre en mi pecho. Pero ella me dejó enseguida. Así que mi siguiente novia la tuve que buscar con el mismo nombre que la anterior, más que nada para evitar malentendidos y suspicacias en el momento de descamisarme. Sin embargo, como había primado más el nombre que el afecto, la segunda novia también me dejó. Busqué una tercera y una cuarta y todas buscadas con el mismo nombre, por eludir complicaciones. Todas me fueron dejando de manera irremediable y rápida. Hace unas semanas, cumplidos los cuarenta, me enteré de que, hoy en día, los tatuajes, por muy antiguos y persistentes que sean, se pueden eliminar fácilmente con la simple friega de un líquido borrador que han inventado recientemente. Así lo he hecho, he eliminado el malévolo nombre de mi pecho, que ahora luce limpio de caligrafía. Me he buscado una nueva novia sin importarme su nombre, sólo sus labios y la forma de mirarme. Después de unas semanas hemos terminado en la cama. En el trasiego amoroso, he descubierto que en su hombro izquierdo lleva tatuado.. mi nombre. Cuando se ha dormido, me he levantado de la cama. Antes de irme para siempre, le he dejado el líquido borrador sobre la mesita de noche. Luis Foronda.

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