domingo, 3 de abril de 2011

Te romperé el corazón.


“Te romperé el corazón. Derrumbaré el muro, llegaré al centro de la piedra, apagaré el crujido cavernoso, lo convertiré en un delicioso músculo adornado de notas…”. Eso ponía en el trozo de papel que encontraron en uno de los bolsillos de la chaqueta de Epifanio Mediastino. Un poeta el Epifanio, no me jodas. Cuando yo lo conocí era un muchacho de un nervioso simpático, incluso parasimpático. Pero entiende que después de tantos fracasos amorosos como tuvo, llegara a la conclusión de que las mujeres tienen el corazón de piedra y que, convencido de ello, decidiera estudiar medicina, cardiología para más INRI, para más rabia. Entiende que ni los libros, ni las clases, ni los años, le hicieran cambiar de opinión. Otro desengaño y otro, “frías todas como el hielo, malditas tejedoras de témpanos”. Otro desengaño y otro, entiende que toda su obsesión fuera llegar a explicar la dureza del corazón femenino. Terminada la carrera con éxito y preparando su tesis doctoral sobre “la mujer, corazón de piedra”, conoció a Geli Dasilva, una chica que tenía el corazón como un guijarro pero rodeado de una chicha de primera. Salieron juntos y Epifanio Mediastino, enamorado hasta más allá del torax, ponía a veces su oreja en el pecho de la muchacha y se daba cuenta de que ella no lo amaba, porque oía un rechinamiento, el órgano desafinado que suena en la bóveda catedralicia. “Te romperé el corazón” y dale otra vez, queriendo ganársela en la cama, a fuerza de bombeos, sístole, diástole, ascendiendo y descendiendo, 72 veces por minuto, dentro y fuera, sube y sube, más y más… pero cuando llegaba a la cima de la válvula tricúspide no encontraba más que nieve. Hoy “Te romperé el corazón” no es un susurro, ni un poema, es otro intento de ascensión. Hoy, cuando llegue a doscientos latidos por minuto, a Epifanio Mediastino se le romperá el corazón y caerá a plomo desde la cima sobre el cuerpo desnudo de ella, que primero lo mirará aterrada y que luego, fríamente, se levantará y se irá. Y entiende que a la mujer de la limpieza, cuando entre por la mañana y descubra el cuerpo, se le escapen una queja y una lágrima, y que a la vecina, que se acercará alarmada al oír las voces, se le escuche un sollozo y que la presidenta de la comunidad, que avisará a la policía, sienta una pena muy honda, y que a la sargento, que llegará muy pronto, se le vaya un lamento y que la doctora, que certificará su muerte, se estremezca un instante y que la misma jueza trague saliva, ay Dios mío, mientras ordena el levantamiento del cadáver.
Luis Foronda.
Dibujo de Nono Granero.

2 comentarios:

  1. Muy bueno el uso de palabras relacionadas con el funcionamiento del corazon y lo de llamar a la pava Geli Dasilva es un puntazo.

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  2. QUE DIBUJO MAS BUENO, EXPLICA A LA PERFECCION LA PEQUEÑEZ DEL GENERO MASCULINO, FRENTE A LA CAPACIDAD DE AMOR DE LA MAYORIA DE LAS MUJERES. PERO QUE BIEN LO DESCRIBES LUIS.

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