viernes, 15 de abril de 2011

Cambio de guardia


Puede leerse esta historia escuchando de fondo a Bob Dylan. Sólo hay que pinchar en la columna de la derecha ( "Música en La librería").
Aquel domingo de ramos tampoco estrené nada. Con mala conciencia corrí a refugiarme a los Billares de la plaza, temiendo que se hiciera realidad la amenaza de la caída de las manos Allí, como siempre, me gasté la única moneda que llevaba en la máquina de los discos. Sí, ahí estaba Dios, Bob Dylan, cantando. Acababa de sacar al mercado “Street legal” y la canción “Cambio de guardia” me gustaba muchísimo. De pié, junto a la máquina, cerré los ojos y al abrirlos ya estaban ellas dos delante de mí, jugando al billar, las dos primas tetonas que venían de Madrid a pasar la semana santa. Danzarinas sibilinas alrededor de la mesa del billar, empujando las bolas con sus palitroques, demostrando la destreza capitalina en los juegos de salón. En un momento pararon de golpear las bolas y al mismo tiempo, en un ajuste preciso y exacto, levantaron la vista del tapete verde y me miraron. Yo no aparté la mirada, es más, no podía retirar mis ojos de aquellas cuatro candelas y haciendo gala de un estrabismo imposible miraba al mismo tiempo también aquellos cuatro pechos apretados debajo de las camisas. No dejaban de mirarme, así, semi-inclinadas sobre la mesa de billar. Bob Dylan me empujaba con su voz para que me acercara a ellas. Me templaban las piernas. Cuando parpadeé, ya no estaban, se esfumaron con la rapidez de una carambola. Esa noche, en mi cama, comprobé que la amenaza del Domingo de Ramos era cierta. Me abandonaron mis manos y las perdí para siempre.
Luis Foronda.
Dibujo de Nono Granero.

1 comentario:

  1. tiran mas dos tetas que dos carretas y cuatro ya ni te cuento

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